No es un secreto que se escuchen más voces masculinas que femeninas en radio. Pero aún con esa marcada diferencia que ha prevalecido en el tiempo, la época moderna, está marcando paralelamente al desarrollo tecnológico un notable avance en el protagonismo de la mujer como animadora y conductora de programas radiales. En medio de esta desigualdad, la voz comercial, es otro tema que cobra importancia y en donde algunas talentosas y emprendedoras mujeres, han alcanzado niveles óptimos en el desarrollo de esta profesión.
Camila Peroni es un excelente ejemplo sobre el tema. Sin presumir de su don natural, Camila se enorgullece en decir que su voz es el producto de más de quince años de abnegado trabajo a su profesión en el que todos los días realiza su mejor esfuerzo para que su creatividad y talento logren exitosos resultados.
En esta entrevista, Camila nos hace un resumen desde sus inicios en la radio y la evolución en su profesión que la distingue actualmente como una de las voces más agradables y atractivas al servicio de marcas nacionales como internacionales.
Por: Germán Posada
G.P.: ¿De qué parte de Colombia es Camila Peroni?
C.P.: Yo nací en Medellín, pero llevo muchos años viviendo en Bogotá. Prácticamente vivo aquí desde que tenía 21 años. Cuando yo estaba chiquita mi papá vino a la capital a montar su negocio y le estaba yendo muy bien. Algún día reunió a la familia y nos preguntó que quienes querían irse para Medellín y quienes querían quedarse. La mayoría votó por Medellín y nos devolvimos. Mi abuela materna y una tía vivían en Bogotá y a mí me encariñó la ciudad. Con el tiempo regresé a trabajar en una agencia de publicidad como ejecutiva de cuentas y al final me quedé.
G.P.: ¿Cuál es el origen de su apellido?
C.P.: Es de Italia. Mi abuelo era italiano y se enamoró de una paisista (mi abuela) en un viaje Mariano a Roma y nunca pensaron que la cosa iba a ser ten fuerte. Mi abuelo fue a visitar la familia de mi abuela a Colombia. Fue un viaje larguísimo en barco. Él estaba tan enamorado de ella que se quedó viviendo en Medellín.
G.P.: ¿Ha vivido en Italia?
C.P.: No. He pasado un buen tiempo allí, pero no he vivido. Pero si tengo familia.
G.P.: Como comenzó su aventura en la locución?
C.P.: A mí siempre me gustaron los micrófonos, pero les tenía pavor. En mi segundo semestre de universidad cuando estudiaba Publicidad en la Universidad Bolivariana en Medellín tuve la fortuna de conocer a la gente de una emisora que se llamaba la Súper Estación que fueron muy amables conmigo. Comencé a ir con ellos a los eventos de colegios y universidades y les ayudaba. Recuerdo que veía los micrófonos como cuando los perros se paran al frente de una carnicería a ver las carnes brillantes y se les sale la baba. Yo miraba la gente de la Súper Estación haciendo radio y me decía que era una delicia. Le propuse a Albeiro Posada el director de la estación que me dejara hacer los programas de la materia de radio de mis cursos de la universidad allí. De esta manera comencé a ganar confianza y a pulir mi voz con la ayuda del resto de compañeros de la emisora. Recuerdo muy especialmente a “El Capi”, Gabriel Posada y a “Tito” un editor que me ayudó muchísimo. Un día le dije a Albeiro que quería convertirme en locutora y me aceptó ofreciéndome ser parte del “Zoológico de la Mañana” un Morning-Show de 6:00 a 10:30 am que era muy famoso. Recuerdo que muy sacrificado para ir hasta la radio. Me quedaba bastante lejos. El internet apenas estaba comenzando. Trabajamos con revistas como Vanidades y Cosmopolitan y aprendí de la vida de los artistas sin ser farandulera.
A Albeiro le gustó mucho mi voz y me propuso trabajar en un programa pregrabado en horario nocturno llamado La Noche y así hacía los dos. Luego, Juan José Becerra, de Caracol me llamó y me invitó a trabajar en un programa que se llamaba “En Línea” y esto ya era periodismo en serio. Teníamos un programa de computador en donde se bajaban los cables de grandes agencias de noticia como Reuters. Recuerdo que los computadores tenían los monitores en colores verde y naranja.
G.P.: ¿Que le dejó esta experiencia en Medellín?
C.P.: Mucho. Todo lo hacía gratis. Lo hice por el amor que tuve al tema de la radio, de aprender, de quitarle el miedo a los micrófonos. Cuando estaba en la Súper Estación podíamos jugar y hacíamos las famosas pegas y creábamos personajes y esto no es fácil. Explorábamos tonos de voz e imitábamos. Hacer esto fue muy interesante porque a partir de estos juegos logré crear estereotipos auditivos que me ayudaron muchísimo cuando comencé a grabar voces publicitarias y esto fue de una gran ventaja. Esto hizo que yo empezara a enriquecer mi oído.
En Caracol supuestamente me iban a pagar, pero la verdad nunca vi un cheque, pero en cambio fue una escuela excelente. Me tocaba leer las noticias, recuerdo que me tocaba pronunciar los nombres y ciudades más extraños del planeta. Nos ponían una música aterradora que nos aceleraba y era al aire y no había modo de practicar. Había que leer a toda velocidad y había mucha presión. Me Salí y terminé mi carrera de publicidad. Era duro estando en la universidad al mismo tiempo. Cumplidos los 21 me fui para Bogotá y empecé a trabajar en la agencia de publicidad Rep Grey Worldwide.
G.P.: ¿Y en Bogotá como comenzó?
C.P.: En realidad comencé a hacer locución comercial por accidente, un día decidí no seguir en la agencia de publicidad y empecé a buscar contactos en los medios. Trabajé como ejecutiva de cuentas y el camino como locutora comercial lo inicié cuando gané los concursos para grabar las voces de marcas como Rexona -que no me abandona porque sigo con ellos- y de Kotex. Así empecé a moverme por muchos estudios. Era la época en la que si eras voz institucional se iba a todos los estudios a grabar con esa voz y tuve la fortuna de conocer el 90 por ciento de los estudios de Bogotá. Ya llevo por fortuna más de 15 años grabando.
G.P.: ¿Voces femeninas que hayan sido inspiración para su carrera?
C.P.: La de Gloria Valencia de Castaño era espectacular, Mi tía Luz Mercedes Cadavid era la voz de Teleantioquia y su voz era preciosa, Judith Sarmiento y muchas más que he admirado por sus tonos. La Julia Roberts me encanta y me gustaría doblarla en alguna oportunidad.
G.P.: ¿Y masculinas?
C.P.: Me encanta Don LaFontaine. La de Armando Plata Camacho es increíble. Un Maestro.
G.P.: ¿Tiene algún cuidado en especial con su voz?
C.P.: No voy a conciertos. Evito gritar. Utilizo ciertos trucos como el consumo de la manzana verde y el aceite de oliva y parece que el vinagre de manzana es bueno, pero no lo he ensayado. Cuando la voz está muy brillante tomo Coca Cola porque la oscurece.
G.P.: ¿Qué opinión tiene de su voz?
C.P.: Esto es muy gracioso. Yo no tengo una voz tan divina, recuerdo que cuando empecé a hacer locución comercial visité muchas partes y en una de ellas me dijeron: ¡Y usted con esa voz! y más o menos me descartaron porque tenía una voz muy fea para ellos (jajajaja).
“Para triunfar creo se necesita nacer con un buen oído más que con una buena voz.”
Camila Peroni
G.P.: ¿Cuáles son los trabajos que más le gusta hacer?
C.P.: A mí me gustan los retos creativos. Todo lo que me saque de mi zona de confort. No me inclino por ninguna voz, pero obviamente algunas me salen más fáciles que otras. Yo creo que de algunas cosas muy complicadas salen cosas maravillosas con un buen equipo. Hubo un trabajo muy especial y fue cuando me gané la voz de “Dassani” una marca de agua sodorizada de Coca Cola muy famosa. Tenía que sacar una voz muy novedosa en esta categoría que ya estaba bastante inundado el mercado. Una persona muy talentosa que me dirigió en este proyecto fue Octavio Yepes. Mi más reciente trabajo de Fuze Tea me ha exigido bastante.
Recuerdo que con el Museo Interactivo de Empresas Públicas de Medellín en mis comienzos grabé la voz de un personaje llamado “Agua Sucia”. Esto fue un gran reto. Me dediqué a ver películas, entre ellas, “La Historia Sin Fin”, y esa fue una búsqueda grandísima y fue muy bonito lo que salió. Adoro las voces comerciales, pero no me generan la misma satisfacción cuando entro en un acto creativo en conjunto con otras personas que me dirigen.
G.P.: ¿Qué opina de algunas voces que no se escuchan tan comerciales?
C.P.: Yo siento que en este momento con la tendencia de lo que llaman “natural” estamos posiblemente pasando por un filo muy delgado porque unas veces logramos unas voces muy creíbles y bonitas y en otras nos vamos hacia lo leído. Creo que en el afán de buscar esa naturalidad en vez de meternos en un personaje lo que hacemos es convertirnos en simples lectores. Hay que tener cuidado con esto. La voz es el vehículo de las emociones y si lo que hacemos no transmite ninguna emoción no estamos logrando el objetivo.
G.P.: ¿Es ventajoso poseer una extraordinaria voz para tener éxito en este mercado?
C.P.: Para triunfar creo se necesita nacer con un buen oído más que con una buena voz.
G.P.: ¿Ha ganado premios?
C.P.: En realidad no estoy muy enterada al respecto. He hecho voces para algunas piezas publicitarias que han ganado premios en sus campañas desde la concepción de la idea, su proceso de creatividad y su ejecución y ahí está incluida mi voz. Una de ellas era un contestador para Agencia de Lowe and Partners en donde leía un horóscopo.
G.P.: ¿Qué equipo de grabación utiliza?
C.P.: Mi estudio lo conforma un micrófono Neumann TLM 103, Apogee duet (preamplificador), cabina insonorizada profesionalmente y grabo en un iPad o Mac Book Pro. Agradezco infinitamente a Gonzalo García un ingeniero de sonido y también a Juan Manuel Varona, ellos me ayudaron mucho en el logro de tener mi propio estudio de grabación.
G.P.: ¿En este campo cómo se comporta el mercado en Colombia para la voz femenina comercial?
C.P.: Creo que ni siquiera en Colombia. Me parece más una tendencia mundial. Las mujeres no tienen tanta cabida en la locución como los hombres. Y no sé porque existe esto. Yo podría decirte que en Colombia somos muy pocas las mujeres que vivimos exclusivamente de la voz comercial. Sobre el tema hay una película llamada -In a World- es súper buena y un gran ejemplo.
Aprovecho para comentar al respecto que es de mucha importancia el tema del marketing personal, de aprender a negociar. Antes las tarifas eran muy exactas. Por ejemplo, la Asociación Colombiana de Locutores, se encargaba de establecer unos precios y todos los seguíamos y se mantenía un estándar en la industria. Ahora con las nuevas tecnologías hemos entrado en una economía variable y a la vez debemos mantenernos como producto vigente. Un locutor lo que tiene que hacer es facilitarle la vida a la gente que lo contrata.
G.P.: ¿Como es su programación durante la semana?
C.P.: Trabajo todos los días. Unos días más que otros. También dirijo a otros actores de voz. Hago voice coaching y hay trabajos que nos pueden tomar hasta 6 horas del día. Cuando hago voces para aviones, por ejemplo, son sesiones largas de 3 o 4 horas.
G.P.: ¿Que recomendaciones hace a los futuros locutores comerciales?
C.P.: Primero que todo tienen que consagrarse. Muchos piensan que es solamente pararse frente a un micrófono y payasear un ratico. Esto hay que tomárselo muy en serio. Tomar una decisión consciente que implique una responsabilidad consigo mismo porque no se trata de decir tengo talento y ya. Un locutor tiene que aprender a educar su oído, a tener diferentes tonos, no es tanto tener buena voz. Hay que aprender a interpretar, a leer, a sentir lo que se dice, a actuar, a meterse en el personaje. De hecho, muchos actores no son capaces de locutar. Un actor tiene mucho tiempo para preparar su personaje, pero un locutor tiene 10 minutos máximo para preparar un texto. Estar preparado para que muchas personas te den instrucciones al mismo tiempo y acomodarte a ellas.
Aprender a ser flexible, a escuchar a los demás. Innovar. Abrirse de corazón. Mucha paciencia. Mucha humildad. Y disfrutar de lo que se hace, a la gente con la que uno trabaja le gusta que uno este positivo. Uno es un producto y como tal hay que cuidar esa imagen. El mundo de la locución ha venido evolucionando y hay que tratar de estar generando nuevos personajes en todos los momentos.
G.P.: ¿A quién agradece en su carrera como locutora?
C.P.: Son muchas las personas. A mi mamá que me leía cuentos cuando era niña. A la gente de la Súper Estación. Todos fueron geniales conmigo. Aprendí un montón de Juan José Becerra. A los estudios y agencias que me dieron la mano y la oportunidad de dirigirme (son tantos que no puedo mencionarlos todos). A mis colegas y a los ingenieros de sonido como Edison Gámez, Jairo Paz, Gonzalo García, Juan Manuel Varona que me han ayudado con mis demos. También tengo agradecimientos especiales para mi asesor de inglés, Bob Klopfenstein y con todas las personas que me han aportado desde una sonrisa o un consejo o crítica hasta las que me dan la mano en la parte administrativa y contable. La verdad son muchos agradecimientos. Ojalá pudiera mencionarlos a todos.
“Hay que aprender a interpretar, a leer, a sentir lo que se dice, a actuar, a meterse en el personaje.”
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