Locutor, abogado, economista, profesor universitario y periodista, Edwin Paz García pertenece a la legión de grandes figuras de la radio y la televisión colombiana, que han hecho historia en los medios de comunicación, y sigue vigente en el litigio y en transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones.
Oriundo del Valle del Cauca, Edwin Paz García, representó a Colombia en diversos e importantes foros internacionales como alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, su voz fue las más escuchada en Colombia en cuñas comerciales para radio y televisión en la década de los 80s, y desfiló por el “Telediario” del recordado Arturo Abella, y las cadenas RCN, Todelar y Caracol, alternando con las más importantes figuras del micrófono en la lectura de noticias, actividad que siempre fue su especialidad.
Esta fue la charla sostenida con este “grande” del micrófono, el cual colgó hace años para pasar a un discreto retiro, pero cuya voz e imagen sigue viviendo en el recuerdo de muchísimos oyentes y televidentes colombianos.
Edwin Paz García. Foto: Fabio Becerra Ruiz.
Por: Germán Posada
G.P.: ¿Cuánto fue su tiempo productivo en la locución?
E.P.: Tres décadas. Comencé en 1960 y me retiré de la locución en el año 90. Aunque muy iniciada mi experiencia en el mundo de la locución estuve a punto de retirarme porque consideraba que era un mundo muy festivo y bohemio. Me fui para Cali a estudiar, pero finalmente terminé leyendo noticias para el noticiero Todelar del Valle hasta mi graduación en Economía.
Mi partida hacia Cali fue bastante productiva porque yo tenía unos ahorros que se me fueron acabando y me encontré con alguien que dirigía novelas en Colgate Palmolive en esta ciudad y que conocía algunos de mis trabajos. Así comencé a trabajar en Colgate Palmolive un día a la semana mientras estudiaba economía la cual terminé en 1968. Años después entré a Carvajal en 1974 al Departamento de Recursos Humanos, allí trabajaba en la mañana y leía en la noche un noticiero que tenía Jaime Soto que se llamaba “Contrapunto”. Dos locutores grabábamos temprano de 8:30 a 9:00 pm porque iba de 10:00 a 1030 pm, en Cadena Caracol.
G.P.: ¿Qué hizo para entrar en este mundo del micrófono?
E.P.: Yo vine a Bogotá en el año 59 para estudiar en la Universidad Nacional y en el segundo semestre de ingeniería vino un amigo que quería sacar su licencia de locución y periodismo. Yo lo acompañé en sus diligencias y de los documentos que a él le exigían yo también los tenía y así como él lo hizo yo lo seguí. Finalmente nos concedieron la licencia del Ministerio De Comunicaciones y lo acompañé para que hablara con algunos de los directivos de Caracol. En esta empresa un paisano nuestro que se llamaba Julián Ospina Mercado ejercía como director de Radio Reloj, recuerdo que era en la calle 19 número 8-48, a mi amigo lo llamaron muy pronto y comenzó a reemplazar a Jairo Arturo Guerra Madrigal como supernumerario. Yo lo acompañaba en los turnos de doce de la noche a seis de la mañana y pensando que no había mucha sintonía mientras trabajaba él me iba enseñando el manejo de las consolas y el micrófono.
G.P.: ¿Quién clasificaba para ser un locutor en su época?
E.P.: Mi época de locutor se basaba en ser locutor-control y dar la hora. Nosotros en realidad no teníamos la conciencia de que pudiéramos tener tanta sintonía. En ese tiempo se clasificaban mucho las voces y la vocalización de las personas para que se les entendiera bien lo que decían. Había mucho respeto. Eso ya lastima se ha acabado. Por lo menos aquí en Colombia no hay esa soberanía que antes tenía la persona que acompañaba a la población colombiana con el micrófono.
G.P.: Las radio novelas fueron parte de su carrera. ¿Cómo recuerda esta faceta de su carrera?
E.P.: Por un problema en Radio Reloj nos licenciaron a mi amigo y a mí. Yo estuve un mes por fuera y casualmente me encontré a Carlos Pinzón Moncaleano, recuerdo que estaba en la Plaza de Santander esperando el 4 Palermo y nos saludamos y yo le manifesté mi interés en las radionovelas. Él trabajaba en la estación 1020 en la calle 12 entre carrera octava y novena. El director de 1020 era Jaime Martínez Solórzano quién me citó para el lunes y me presentó a Jaime Jhon Gil y a Miryan Mejía y así comencé haciendo trabajos pequeñitos. A mí me gustaba mucho como narraba las novelas Gonzalo Ayala, el marcaba los libretos y los botaba y yo los recogía y lo imitaba como él lo hacía. Un día él se enfermó y a un técnico llamado José del Carmen Vergara le pedí el favor de grabarme y cuando terminé, él llamó a Myrian para que oyera lo que había hecho. Recuerdo que en ese momento estaban grabando las aventuras de “Dick Turpin” y a ella le gustó mi manera de hacerlo. Trabajé para la Sociedad Interamericana de Grabaciones y Audio que era de Fernando Gómez Agudelo, comencé haciendo cosas pequeñas y terminé narrando novelas.
G.P.: También incursionó en la grabación de comerciales siendo muy solicitado. ¿Cómo se dieron las cosas?
E.P.: Mi papá insistía en que estudiara y a mí no me parecía porque estaba ganando plata en la radio. Mi sueldo eran 450 pesos mensuales y eso era mucha plata en los 60s. Tenía 20 años. Me salí de la universidad. Narraba novelas, hacía turnos de noche en 1020 y Jorge Antonio Vega Baquero en Caracol me dijo que le ayudara a hacer un comercial y me indicó como hacerlo y esta línea de la locución me gustó al punto que me ayudó hasta para pagar mis estudios. De mi trabajo con los comerciales tengo una mención especial de reconocimiento que la Asociación Colombiana de Locutores me otorgó en 1988.
G.P.: ¿Y cómo incursionó en el Telediario del recordado Arturo Abella?
E.P.: Mi amigo David Cañón Cortez era muy entusiasta del futbol y había entrado a principio de los 60s a RCN y en ese tiempo el locutor deportivo era Carlos Arturo Rueda. David leía la parte deportiva del noticiero de Arturo Abella y en una oportunidad necesitaban personas que leyeran la parte más destacada de la emisión y me contrataron a mí. Allí estuve trabajando por espacio de un año y ya luego otros compromisos comerciales y de trabajo me obligaron a ausentarme.
“Estar en los medios para mí fue una fortuna porque pude prepararme académicamente, leí diferentes noticieros y grabé infinidad de comerciales, animé shows de famosos personajes, todo esto son recuerdos inolvidables”.
Edwin Paz García y su familia.
G.P.: ¿Se siente a gusto con lo realizado en su paso por los medios en Colombia?
E.P.: Estar en los medios para mí fue una fortuna porque pude prepararme académicamente. Pude estudiar economía, leí diferentes noticieros, y grabé infinidad de comerciales, Trabajé en la cancillería hasta 1976 que me retiré y me fui a la Academia de Derecho. Mientras hacía grabaciones, estudiaba hasta 1982 que me gradué y me puse a trabajar en lo jurídico.
Sin embargo, quien me dio la mano en lo económico fueron las grabaciones de los comerciales. Conocí y trabajé con figuras consagradas de la locución colombiana. Tuve la fortuna de trabajar en Cadenas como Caracol, Todelar y RCN y animar shows famosos de personajes algunos de ellos, “Los Chaparrines” y Evert Castro, todo esto son recuerdos inolvidables. En 1990 me dio un aneurisma y estuve dos meses hospitalizado me recuperé y dejé totalmente la cuestión de lo comercial en el 90.
G.P.: ¿Cuéntenos de su experiencia como docente?
E.P.: Un amigo caleño llamado Carlos Navia, Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Gran Colombia me dijo que si podía dictarle Economía para Derecho pero cuando comencé a trabajar allí me di cuenta de que habían otras materias en las que yo había hecho algunos postgrados en el Rosario y la cuales también podía dictar. Yo fui profesor hasta hace dos años.
G.P.: ¿A usted definitivamente le ha encantado estudiar?
E.P.: A mis 89 años no importa, sigo estudiando porque me gusta saber un poco de algo ya que es tanta la ignorancia. Tengo una oficina hace bastante tiempo en la carrera séptima con calle 12 y actualmente ando muy ocupado con algunos procesos bastante importantes y los defiendo muchísimo a la luz de los razonamientos jurídicos. Siempre estoy estudiando porque las cosas van cambiando. Esto es dialectico.
G.P.: ¿Y qué opina de lo que algunos predicen a propósito del fin de la radio tradicional como consecuencia del desarrollo acelerado de las nuevas tecnologías?
E.P.: Yo no creo. En un momento si pude pensarlo, pero ahora no. Lo que pasa es que la radio es masiva, es una cosa muy grande y para estar usted oyendo televisión, por ejemplo, tiene que estar muy próximo a él. Con el radio es diferente, muchos elementos tienen radio. El carro, las bicicletas, motocicletas, etc. La radio está en todas partes.
G.P.: ¿Le gusta escuchar radio?
E.P.: Sí, pero es tremendamente lamentable lo que yo escucho a veces. En la mañana antes de salir para mi oficina escucho los noticieros de seis a siete y treinta de la mañana. Quien está haciendo unas cosas muy bonitas es Julio Sánchez Cristo en la W con buenos periodistas y a las 7 pm oigo RCN y Caracol y a las nueve a Yamid Amat con quien trabajé en Todelar, el con Alberto Acosta tienen un noticiero y un programa que se llama “Pregunta Yamid”. Yo admiro mucho a Yamid.
G.P.: ¿Usted considera que deberían volver a la lectura de noticias?
E.P.: No creo. En nuestro caso porque el tiempo va haciendo su trabajo y ya no tenemos la soltura debida. Actualmente ya es muy difícil porque la oferta es muy grande y las cuestiones comerciales que sostienen las emisoras tienen mayor importancia para los propietarios. No les interesa lo que antiguamente pasaba que les gustaban las personas serias, que se les entendiera, y que fueran emprendedores.
G.P.: ¿Qué les puede recomendar a los nuevos locutores?
E.P.: Simplemente que cuando se trabaja para tanta gente hay que tener muy buena ética. Lo que a uno le enseñan de cero años a ocho años en la casa los padres es muy importante. Generalmente lo que se adopta aquí es la ética religiosa a base del decálogo de Moisés, las cosas buenas que hagamos son porque Dios lo ilumina y las malas es el diablo. Cada uno tiene que responder por sí mismo y por lo que está haciendo por los demás.
En mi caso como abogado, el problema que tengo es que me gusta ser correcto y honesto y el ser así es un grave problema en esta profesión.
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