Por: Guillermo Castro
Uno de los grandes estragos que deja el extenso conflicto interno en Colombia es el atraso en materia de tecnología e innovación. No sólo porque se destinan la mayoría de recursos para “defensa” sino porque los medios de comunicación se acostumbraron a dar como noticias lo que ocurre dentro del territorio nacional exclusivamente, y el pueblo desconoce lo que acontece en el resto del planeta.
Nadie habla de la economía de los Estados Unidos que no se recupera, los síntomas apuntan a una recesión, y preocupa que la Reserva Federal ya no tiene herramientas de política monetaria para maniobrar el barco ante el inminente naufragio.
Las tasas de interés de referencia si bien son positivas nominalmente, apenas del 0.25%, son negativas en 6.75% si se analizan frente a la inflación del 7% que tiene el país norteamericano. Eso significa que, aunque aumenten las tasas
interbancarias, no podrán controlar la inflación, y de intentar hacerlo frenarán la
economía, lo cual técnicamente se conoce como recesión.
Por lo anterior, se está emitiendo dinero bajo la figura de la "flexibilización
cuantitativa", para inyectar dinero y permitirles a los agentes económicos (gobierno, empresas y hogares) mantener a flote el nivel de consumo, y dar la sensación de estabilidad en el corto plazo.
Se estima que a la fecha se han inyectado alrededor de 8.87 billones de dólares, y la dicotomía parece no terminar ya que esto genera más inflación.
Entonces la administración Biden ha optado por tener un chivo expiatorio en
Europa.
El conflicto entre Rusia y Ucrania parece ser usado como sofisma de
distracción para que no se hable de lo que realmente está pasando con la economía estadounidense, y que tarde o temprano dará como resultado la caída del dólar como principal moneda de uso internacional, y el surgimiento de una
nueva potencia económica y militar.
China está expectante y aprovecha el tiempo en nuevos desarrollos ecnológicos
que la lleven a la cúspide mundial, sin tener que disparar un solo misil o llevar sus tropas a otro país. La red 6G o de sexta generación.
En Colombia, la mayor parte del territorio tiene red 3G y sólo en las ciudades
capitales o algunas intermedias se encuentra velocidad 4G. Esto habla muy mal del ministerio de las tecnologías y de las telecomunicaciones, más conocido como TIC.
Mientras el mundo avanza en la implementación de la quinta eneración, aunque algunos operadores ofrecen 5G, los datos no corresponden a dicha tecnología, ya que, por ejemplo, la latencia (tiempo de respuesta) debería bajar de 36 milisegundos (4G) a 1 milisegundo (5G) y la velocidad de descarga pasar de
300 megabits por segundo a 10.000 megabits por segundo.
En pocas palabras, en una década aumentó la velocidad más de treinta veces.
Como la pionera en esa tecnología es China y no los Estados Unidos, se considera un problema. La empresa que lidera la investigación en esta materia es Huawei, y aunque intenten frenarla con sanciones y medidas poco ortodoxas, China por ahora no tiene rival.
Los valores que traerá la nueva tecnología parecen sacados de la ciencia ficción, pero están a la vuelta de la esquina, ya que se anuncia para 2030. La latencia será de apenas 0,1 milisegundos y la velocidad de descarga de 1´000.000 de megabits por segundo.
Las implicaciones en todos los campos serán abrumadoras y podría decirse
inimaginables, más aún en el campo militar. Por eso Donald Trump comenzó la
cruzada para detener a China, y Biden ha destinado gran parte de su resupuesto para intentar alcanzar al gigante asiático, pues esa es la verdadera guerra que se libra en el mundo en este momento: La sexta generación.
Mientras tanto en Colombia la exministra Karen Abudinen extravió 70 mil millones de pesos para el internet 3G de los niños en las zonas apartadas.
En este país “El futuro digital (no) es de todos” según asegura Iván Duque, pues esa es otra gran mentira de sus publicistas.
Espero que “Dios y la patria os lo demande"
(Esta columna es de estricta responsabilidad del autor y no representa la opinión de este portal)
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