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Rubén Darío Arcila: “No conquistamos la luna, pero si el sol del verano en Francia”

Updated: Apr 16, 2022


Detrás de un gran hombre también hay grandes historias y este es sin duda el caso del reconocido hombre de radio, Rubén Darío Arcila, para muchos “El Poeta de la Radio” y quizás para una gran mayoría, simplemente “Rubencho”.

De aquel barrio popular de Medellín. Del famoso Manrique Central, se comenzó a gestar la colosal carrera de más de cinco décadas en la radio que lo han hecho inmenso y reconocido como el más prestigioso en la narración del ciclismo, no sólo en Colombia si no también en el exterior.

Desde mucho antes de aquella épica victoria de Lucho Herrera al ganar la Vuelta a España hasta la reciente hazaña de Egan Bernal al ganar por primera vez un Tour de Francia, “Rubencho” ha estado frente al micrófono acompañando a través de la magia de la radio a millones de aficionados que durante todos estos años se han deleitado del lenguaje exquisito y de las frases más elocuentes que solo un poeta como él, podría engalanar las múltiples escenas del mundo de las bielas.

Hoy en día posicionada Colombia en lo más alto de la élite mundial del ciclismo y prácticamente en el remate final de su carrera, Rubén Darío Arcila siente un inmenso regocijo al cumplir su sueño que -hasta ahora le había sido negado-, narrar por primera vez la victoria de un campeón colombiano en el Tour de Francia en donde su inspiración brotó la sublime frase : “No conquistamos la luna, pero si el sol del verano en Francia”.


Rubén Darío Arcila. Foto: Lucho Escobar



Por: Germán Posada



¿Desde muy joven supo que su vocación era ser locutor?

Si. Porque lo hacía en la calle del barrio tratando de imitar locutores y voces y luego comencé a ser también declamador en el colegio y todos me hablaban muy bien de mi voz. Después me inicié en la radio muy joven. A los dieciocho años yo ya estaba modulando.

¿Es verdad que narraba desde niño carreras en su barrio Manrique?

Así es. Narraba carreras de todo. Atletismo, partidos de fútbol, era un grupo muy agradable el que me tocó. Muy queridos todos, muy interesantes, a veces me los encuentro ya hechos unos profesionales. Alguien programaba carreras de atletismo, otro organizaba partidos de fútbol, eran varias familias y de cada una de ellas había por lo menos dos o tres genios y nos reuníamos y jugábamos de todo. Entre otras cosas había un par de árboles en la calle principal y yo me encaramaba en uno de ellos con un tarro que me daba mejor acústica y narraba partidos de fútbol y a los muchachos les gustaba y me animaban a seguir haciéndolo. También narraba ciclismo y hacía locución de todo un poco al aire libre en pleno barrio.


El Poeta de la Radio Colombiana. ¿Cómo se siente que la gente lo reconozca como tal?

Es un halago que me hace la gente pero debo respetar también que en este país del verso, de la poesía, de la métrica, hay otros genios muy grandes. Pero es muy querida la gente cuando me quieren determinar así.

De meterme en ese grupo por lo que a veces tengo momentos muy especiales de inspiración en donde se me ocurre decir algo, me salen frases bonitas, o tal vez lo tengo apuntado y hago uso de esto. A la gente le parece muy inspirador, muy poético. Es muy rico transmitir para un público que todos llevan un poeta clandestino. Este es un país de buena literatura, de buen verso, de frases bonitas, elegantes. Si uno trabaja, estudia y se prepara bien se puede lucir en cualquier momento.

¿Ese seudónimo nació de un periódico en Nicaragua o en Colombia?

Yo tengo el nombre del poeta Rubén Darío y eso parece que ya me marca de entrada.

Al parecer a todos los que nos bautizan así debemos tener algo de poético. Con este nombre hay calles, avenidas en Europa, un parque en Miami. Rubén Darío es un personaje espectacular. Dueño del poema Azul, entre otros.

Pero por lo general a mí la gente me dice “Rubencho” como personaje picaresco que los colombianos disfrutan y quieren mucho porque además es un poco mordaz, a veces le meto el picante del humor y otras me vuelvo serio y sentimental. Con “Rubencho” estoy en todos los estratos.

A propósito del “Poeta de la Radio” fue un bonito homenaje que me hicieron en Nicaragua. Rubén Darío es un personaje inmenso. Muchos nos pegamos a esa rueda y a esa sombra gigantesca del gran poeta nicaragüense.

En resumen ese es un máximo elogio para mí que me pone “arrozudo”.


El Mejor Narrador de ciclismo en Colombia. Un honor que sólo usted tiene. ¿Qué considera fue lo que lo llevó a este sitial tan importante?

Yo fui creciendo en un ambiente muy farandulero en el que ya se han muerto en su gran mayoría grandes maestros y detrás de ellos aprendí muchas cosas. Aprendí de Alberto Piedrahita Pacheco, de Carlos Arturo Rueda C. a quién le hice un reportaje muy bonito donde el canta. El era boxeador en la ciudad de Manizales y por eso le decían el campeón. Carlos Arturo Rueda fue el primer referente que tuvimos todos los narradores del ciclismo colombiano.

Algunos expertos que me conocen desde hace mucho tiempo dicen que yo soy una mezcla de Carlos Arturo Rueda, de Pastor Londoño que tuvo en su mano El Campín por una época larga con Todelar y también algo del gracejo de Alberto Piedrahita Pacheco.

Entonces hay un coctel de voces ahí en donde yo he logrado asimilar un poco de cada uno. Mejor dicho, he bebido en muy buenas fuentes para defenderme y luego después de esa academia hice mi propio estilo y la gente sabe cuando estoy modulando o hablando de quién se trata. Me tienen prácticamente codificado.


¿El 15 de mayo de 1987 cuando Lucho Herrera ganó la Vuelta a España, qué significó en su momento este triunfo para Colombia?

Así es, nos pusimos de moda por aquella época. Nos dieron Premio Ondas y Simón Bolívar, entre otros más. Ese fue uno de los días más felices. La gente siempre que habla conmigo me lleva allá, a ese 15 de mayo. Fiesta de San Isidro. Queríamos por fin conquistar España.


Habíamos jugado con un lenguaje de “La Conquis” personaje que nos inventamos. En la radio se pueden inventar muchas cosas. Con la imaginación de la gente se juega y se divierte. En esa oportunidad inventamos “La Conquis” que era supuestamente una dama muy hermosa que nos acompañaba vestida de amarillo y que todos los días amanecía más deslumbrante pero que nunca hablaba en el micrófono porque no era real.

Lo que trataba de simbolizar este personaje era el triunfo, la conquista que ya se acercaba de esta vuelta a España tan esquiva del 87. Pero antes de esa narración del paseo de La Castellana tuvimos también la llegada de Covadonga que fue en donde Lucho Herrera se puso por primera vez la camiseta amarilla, la de líder y yo narré con el famoso grito: “Llegó Colón…llegó Colón…llegó Colón….llegó Colombia”. Estaba por cumplirse 500 años del descubrimiento de América y eso sonaba muy bueno de allá para acá (Jajajaja) era como invertir la historia y poner las carabelas llegando de América a España para conquistar España con los descendientes de los Muiscas, los Nutabes, de los Caribes, de todas nuestras tradiciones y raíces aborígenes.


A eso le pusimos ese saborcito y el último día recordamos las famosas frases como: “se ve llegar…se ve llegar…paso a la victoria”, “Herrera es una bandera desbocada” “corren los niños, bailan los cipreses”, “llega la alegría derrumbando montañas” que para mi representan un honor y un orgullo que me lo recuerden porque imagínate que ya han pasado 32 años y la gente lo tiene en su memoria como si hubiera pasado ayer y cuando yo vuelvo a oírlo también me siento como si el hecho fuera recién.


Maestro todos esos momentos de bohemia y otras cosas son ya parte del pasado. ¿ Qué lo ayudó a salirse de esta etapa en su vida?

Bueno. Yo también tuve veinte años como diría la famosa canción y los disfruté mucho. Creo que el hastío. Llega un momento en que uno encuentra las mismas conversaciones en la mesa. Ver el mismo círculo vicioso de las seis o seis y media de la tarde y se va tornando pesado sin ningún sentido.

Pero no debo ser desagradecido con esos momentos de bohemia donde aprendí muchas cosas. Me enseñaron muchísimo entre brindis y brindis. Yo tenía señores al frente que nacieron y vivieron los momentos dorados de la radio y todo me lo contaban y todo eso lo aprendí en aquella época. Hoy el estilo es muy diferente.

Las emisoras de antes tenían su propio cafetín diagonal o a la media cuadra donde se encontraban siempre para charlar porque todos los días había algo que celebrar. Cuando yo llegué una gran mayoría estaban cumpliendo su ciclo y poco a poco fueron muriendo. De esta manera me fui quedando solo en la mesa y me tocó “bajarme del bus” como dicen.

Hice otra vida, nada de promesas, ni se hace cuanto, ni cuantos días, ni a qué hora, simplemente me fui alejando y mis amigos también fueron desapareciendo y perdí toda conexión. Cambié la vida totalmente a lo que yo quería. A la vida del campo. Lo que yo quería después de la madurez, de haberlo vivido todo. Fue retomar otro aire en la montaña. Por eso vivo en una vereda separado del ruido y ya poco a poco lejándome de lo mío que ya son como cincuenta años en la radio.

¿Por qué tituló su primer libro “El Ultimo apaga la luz”?

Porque ya quedan pocos. Porque todo tiene doble sentido. En el ciclismo por ejemplo el último que llegaba también apagaba la luz. En las épocas anteriores llegaban muy tarde en el Tour de Francia, llegaban de noche.

Al principio eran etapas de 400 kilómetros y se llegaba siete u ocho de la noche. Y en Francia a ese hombre que entraba muy tarde lo llamaban “el hombre de la linterna roja” y aquí en Colombia lo llamábamos “el hombre del farolito”. O sea al que le tocó apagar la luz. Así se interpretaba que era el colero dentro de la carrera.


En términos de la radio el libro tiene doble juego porque es una generación que prácticamente desapareció con Gabriel Muñoz López Solamente queda Pastor Londoño, Carlos Pinzón, dos o tres figuras de estas que estrenó la radio en Colombia y a la que nosotros le seguimos la bulla. A esos personajes a los que nos quisimos parecer muchas veces pero que ya están terminando su ciclo y se están marchando.


El último de ellos apagará la luz de uno de los momentos más lindos del arranque, del empuje de la radio dorada cuando no existía la televisión y toda era a punta de imaginación de lo que transmitía ese aparato hermoso de madera que existía en la sala de la casa, que adornaba, que decoraba cualquier residencia y con un sonido espectacular.

Ese momento increíble lo vivieron unos personajes pero ya quedan muy pocos y por eso se va apagando la llamita, se va apagando la luz.

¿Cómo recuerda su época de radio actor?

Yo era my bueno. A mí me daban papeles de galán. En esos dramatizados de radio los colores de las voces son distintos para los roles que corresponden. Hay voces de cínico, malo, galán, galancete, etc. Yo me defendía bien en el estilo de galán y después fui narrador.

De allí viene algo de mi fundamentación como narrador de ciclismo. Narrar radionovelas es como llevar la cámara de la escena que corresponde. Eran radionovelas de aventuras y tenía que ponerle cierto tono de acción sobre un libreto que había que prepararlo y ensayarlo antes de ir al estudio de grabación.

Alrededor de mi había mucha gente buena a la que yo le aprendí muchísimo desde los grabadores hasta los directores.

“La Ley contra el Hampa” era un capítulo distinto para cada día porque era el hecho de la mañana. Del asalto al banco, del secuestro del menor. Era el hecho fresco y se dramatizaba. Se escribían libretos contra reloj. Si el atraco pasaba por ejemplo a las nueve de la mañana el libretista tenía que sentarse a hacerlo a cronómetro porque tenía que salir al aire a las doce y si no alcanzábamos a grabarlo teníamos que sacarlo al aire corriendo el riesgo de que el disparo no sonara donde tenía que sonar o la cortina entraba tarde, pero siempre salía perfecto. Eran muy profesionales.

Todo ese estrés, esa adrenalina era delicioso y se vivía intensamente todos los días. De pronto uno no pensaba en lo que iba a ganar, en lo que le pagaban y se iba dichoso a pie, caminando hasta la casa, con los bolsillos vacíos pero con el espíritu lleno de haber hecho un capitulo my bonito.

La presentación de “La Ley contra el Hampa” me la sé hasta de memoria: “Siguiendo los pasos a las personas honestas siempre hay un delincuente, pero entre estas y aquellas la justicia vigila implacable…la ley contra el hampa.”

“Esta profesión me permitió conocer el mundo”

Ruben Dario Arcila en una Vuelta a Guatemala acompañado de un campesino que le obsequió un morral San Juan Ostuncalco.

¿Cómo es eso que le pagaban con bolos?

(Jajajaja). Esa es una palabra que ya está un poco desaparecida de la radio. O sea el bolista, que quería decir que no era empleado de la empresa. Que era un extra. No teníamos sueldo, no había una asignación mensual. Mejor dicho, no éramos de planta. En cambio había locutores que participaban y eran pagados. Nosotros nos conformábamos con algún papelito y participar dos o tres veces en alguna radionovela en la semana.

Muchas veces aquí en Medellín íbamos a la radio a la Voz de Antioquia de Caracol, La Voz de Medellín de RCN y La Voz del Rio Grande de Todelar y en las tres se grababa y los que no éramos superestrellas hacíamos papeles secundarios y nos pagaban “los bolos” de acuerdo a los capítulos que grabáramos y con eso alcanzaba para pagar el bus. Si lograbas hacer de narrador ya era una “estrella” porque ibas en todos los capítulos y ya eso era mucha ganancia.

Al final cuando ya estaban a punto de desaparecer las radio novelas fui narrador, recuerdo que cuando me buscaban gritaban por los pasillos: “narrador…narrador…”

¿Por qué le decían a su papá El Fígaro?

“El Fígaro” era el barbero, el conductor, el mecánico del barrio. Hacía de todo. Era el apodo con el que lo conocían en todo el barrio. No le decían Bernardo Arcila.

“El Fígaro pasó por aquí”, “El Fígaro peleó anoche”. Mi papá era muy joven. A mí me tuvieron muy joven, Mi mamá tenía 15 años cuando yo nací.

Mi papá era el guapo del barrio, el “bravucón” en donde había camorra ahí estaba “El Fígaro” en plena juventud y yo creciendo con ese ambiente que era bastante templado en un barrio en donde había muchos “Fígaros”. Había muchos bravos que se enfrentaban con la policía y se daban puños con todo el mundo en un barrio en donde sonaban tangos en cada esquina y en donde vivían locutores muy famosos, por eso ese entorno me llevó a mí también a la radio.

Ese es el apodo famosísimo de mi papá que fue conocido en Manrique Central por sus broncas y entreveros.

¿Alberto Díaz Giraldo que representó en su carrera como locutor?

Mucho. Alberto era muy culto. Tal vez en cualquier momento llegó a ser el mejor locutor de Colombia. Una voz pastosa, muy cercana al estilo de Marco F. Eusse porque todos querían hablar como Marco. Alberto me enseñó muchas cosas. Yo a él siempre le tendré un recuerdo muy especial, muy aparte a este querido maestro y uno de los mejores locutores que yo conocí en mi vida.



Creo que una gran mayoría pensaba que el primero que iba a ganarse el Tour de Francia iba a ser Nairo Quintana y se la ganó fue Egan Bernal. ¿Qué pasó aquí?

Pues aquí tengo que sacar yo un poco de pecho porque hace dos años me preguntaron en SUSO'S SHOW de Caracol Televisión cual sería el primer colombiano en ganar un Tour y yo dije Egan Bernal. Un ciclista todavía desconocido. Recuerdo que yo le dije a Suso: “Llegó la Bestia” y Suso hizo una gran cara de asustado. Y también hace dos años en el Canal Capital en un noticiero que dirige Manuel Salazar me preguntaron cuál sería el sucesor de Nairo Quintana y yo no lo pensé dos veces respondiendo que Egan Bernal.


Todos se preguntaban quién era él y yo estaba muy bien informado. Esto que yo dije hace dos años se volvió viral porque Suso rescató ese segmento de la entrevista y los de Canal Capital lo repitieron recientemente recordando que yo lo había anunciado. En realidad, yo estaba muy bien informado de los exámenes que Egan había pasado en Europa y de la reacción de los científicos, el médico, el entrenador, cuando vieron la tabla de rendimiento de Egan.

Y no era sólo yo. Lo sabíamos varios periodistas, pero en ese momento de Nairo Quintana y Rigoberto Urán, quién se atrevía a mencionar el nombre de un muchacho que nadie conocía. Pero si, a los 20 años ya lo estábamos cantando.

¿Maestro todo sale de su imaginación o hay lecturas de las cuales también se inspira para narrar?

Yo creo que es de parte y parte. Justamente Alberto Díaz Giraldo me invocaba mucho el sentido de la lectura. Me recomendaba libros. Nunca olvidaré “Cristo de nuevo crucificado” de Nikos Kazantzákis y de otros autores como Hermann Hesse.

Yo ya he contado esto varias veces. De pronto hay una frase muy bien hecha en el libro que me da el encendido, que prende el motor de la imaginación. Con esa arranco yo a partir de ese kilómetro cero que me dan la inspiración autores como Federico García Lorca, Miguel Hernández o Antonio Machado. Lo demás lo armo yo.


Hay momentos de improvisación dentro de una narración pero esto de confeccionar un verso bonito, redondear una frase, no lo es todo. Hay que saberlo aplicar en el momento justo porque si se dice tres minutos antes del clímax, del apoteosis o se dice ya pasado el suceso no se logra el mismo efecto. Tiene que ser como engarzar una joya en el momento, en el punto adecuado. Hay que buscar el secretico y a veces se logra si lo dejan a uno concentrar.

Pero todo es con estudio, con preparación y sobre todo cuando se acerca una final como en el Tour de Francia o el de Mariana Pajón en los Olímpicos del 2012 en el que yo me apoyé con versos de composiciones de Jairo Varela que acababa de morir.

En cada relato hay que buscar apoyos y refuerzos porque todo el mundo empieza a presionarte preguntando qué voy a decir o cómo lo voy a narrar. Esto no deja de ser un piano muy pesado para cargarlo porque esta uno siempre está contra las cuerdas. Hay que estar con los cinco sentidos, tener todas las luces prendidas.


¿Cómo describiría a Cochise Rodríguez, Lucho Herrera, Fabio Parra, Nairo Quintana, Rigoberto Uran y Egan Bernal?

Cochise, él que nos enseñó a ganar. El que nos dio la primera victoria mundial individual.

Lucho Herrera, él mejor escalador. Rey de la montaña en el Tour, en el Giro y en la Vuelta a España. El que subía y pareciera que estuviera bajando. Un espectáculo verlo. Era algo muy exquisito.

Fabio Parra, sufría mucho en el ascenso pero se defendía muy bien en la contra reloj, en terreno llano, era más completo así lo viera uno sufriendo en montaña. Parra fue quién nos enseñó el primer podio del Tour de Francia y nos dijo por donde era el camino cuando quedó tercero aquella vez que ganó “Perico” Delgado.

Nairo Quintana, los números, las matemáticas, todas le favorecen. Es el ciclista que más ha ganado en la historia. El deportista más ganador. El que más triunfos, copas y trofeos tiene y nadie lo va a igualar durante mucho tiempo.

Rigoberto Urán, es un muchacho capaz de ganarle a lo imposible. De romper todos los muros. Quedar huérfano muy temprano, sacar adelante su familia, un ejemplo de supervivencia, de perseverancia y de lo que es capaz un ser humano cuando le cae encima semejante responsabilidad. Salir adelante.

Egan Bernal, la era de Egan comienza en este momento. Es el súper dotado que acaba de llegar. La Tabla de Valores. La Oxigenación. El rendimiento. Los Vatios que da en este momento y los que dio en su primer examen cuando tenía 19 años dejaron pasmado a todo el mundo. El test de rendimiento es fenomenal. Por eso lo llamaron en Europa “LA BESTIA” y acaba de confirmarlo ganando el más reciente Tour de Francia.

Aunque es un apodo demasiado fuerte para la cara de niño bueno que tiene, acaba de confirmar que es eso. LA BESTIA. Cuando el equipo quiso le dio la orden y se ganó el Tour.


¿Y de su libro ‘Yo tenía un chorro de voz’ qué nos cuenta?

Este libro está en elaboración. Se puede llamar así o cambiar de título. También he pensado en llamarlo “Cruzando el Niágara en Bicicleta” que es una muletilla muy de los tiempos de Andrés Salcedo como narrador en Alemania.

Varios amigos me han sugerido que escriba el segundo libro pero para esto se necesita una especial disciplina porque y si no nunca sale el libro. Se quedaron muchas historias por contar. Siempre que me encuentro con un amigo me recuerda alguna anécdota que no conté en mi primer libro. Hay cosas que en esta larga película no se han contado todavía y de rendir homenaje a un montón de personajes que no se mencionaron allí.

De todos modos esto ha cambiado tanto que ya es tan complicado explicarle a la gente quién fue Pacheco, Piedrahita, Álvaro Ruiz, etc. Son historias del siglo anterior y vamos a una velocidad, a un vértigo que uno tiene que sentarse un momentico para reescribir la historia y ponerle nuevos nombres y nuevos personajes al libro.

¿Sus mejores compañeros de narraciones?

Yo he tenido los mejores al lado. Primero que todo cuando estaba en RCN de narrador en algunas vueltas tuve a Carlos Arturo Rueda. Para mí era como llevar una Cruz de Boyacá porque era compartir con el mejor. En él tras móvil 2 llevaba a Carlos Arturo Rueda como personaje invitado y entre los dos narrábamos a veces pedacitos.

Con Alberto Piedrahita era una delicia narrar porque tenía muy buena chispa. Su repentismo era extraordinario y uno no se podía quedar corto.

Marco Antonio Bustos no compartí las veces que hubiera querido pero los momentos en que narramos juntos era un expendo complemento. Extraordinario.

Además de narradores he tenido al lado grandes comentaristas que son los que me complementan. Yo narro, describo, dibujo la poesía, el verso pero ellos hacen la parte matemática, de cálculo, ordenar la clasificación general, etc. Son personajes como Marco Tulio Hicuerpo, Cesar Augusto Tobón, Jairo Enrique Rodríguez, Jhon Jaime Osorio, entre otros. Y el mejor de todos que era Julio Arrastía Bricca, quien fue el que nos enseñó la dinámica, la velocidad, el ritmo que tiene que llevar esto para que no se vuelva pesada ni plana la transmisión. Julio era muy sabio para esto e inventó los puntos de referencia y creaba cosas en la televisión para que se volviera interesante y tuviera intriga. Julio fue lo máximo definitivamente.

¿Por qué le dijo “mentiroso” en su momento a Edgar Perea?

Yo lo insinué. Para la época había un roce entre Caracol, RCN y Todelar porque Caracol había comprado todos los derechos y había llevado un ejército de gente a la carrera. Nosotros a duras penas podíamos transmitir en un rinconcito.

Existía entonces una competencia fuerte, estresante, dura, agria, entre las tres cadenas radiales que se daban durísimo. El Tour de Francia es muy duro para transmitir y más como ellos lo estaban haciendo arrancando a eso de las tres de la madrugada. A veces hay etapas de 40 grados de temperatura y en esa época se hacían etapas de 300 kilómetros planas, llanas. ¿Qué puede decir uno en 300 kilómetros?


En medio de su desespero en alguna etapa Perea se inventó su carrera y puso hasta a volar un ciclista. Todo era un montaje para entretener a la gente que a las cinco de la mañana ya estaba escuchando. El no estaba viendo nada porque para eso está la televisión y para esto hay un sistema que se llama Radio Tour en donde nos van informando en el interno cualquier suceso de la carrera.


En un momento estábamos reunidos y yo me estaba gozando el momento diciendo que iba a entrevistar al ciclista que el imaginariamente se había inventado. Con el tiempo hasta le di la razón a él porque uno estar todo ofuscado a cuarenta grados de temperatura y que otro se lo esté gozando no es como nada bueno. Eso fue lo que ocurrió. En realidad fuimos muy buenos amigos hasta el último momento, hablamos inclusive ocho días antes de su fallecimiento y cada rato nos ponían al aire en programas y charlábamos y él hablaba muy bonito de mi. La verdad es que como en términos de fútbol lo que queda en la cancha ahí quedó, lo demás fuimos grandes amigos y él un GIGANTE de profesional y el más carismático de todos.

¿Qué tanta alegría le dió el hecho de haber narrado cuando Egan Bernal ganó el Tour de Francia?

En BLU RADIO transmitimos el viernes un gran pedazo de la etapa que sentenció prácticamente el Tour. Estaba en compañía de Cesar Augusto Tobón en los comentarios, con él se trabaja a toda máquina, a todo ritmo. Con “Pegatina” Montoya que maneja muchos datos, mucha información y con Yohana Quintero en la ciudad de Cali, y narré completas las dos etapas finales de sábado y domingo.

Me sentí feliz, completo. Me sentí un privilegiado. Bendecido. Porque empezamos esta entrevista hablando del 15 de Mayo de 1987 y ya desde esa época han pasado dos o tres generaciones. A mí no me recordarían si no las personas mayores de 60 o 70 años que fue la audiencia que tuve en esa oportunidad.

Ahora tengo otra gente joven frente al radio. Los hijos de esos señores y hasta los nietos. Así que yo lo acepto como una enorme bendición.


¿Quién está narrando bien ciclismo en Colombia?

Narrar ciclismo no es muy fácil, es muy complicado. Son muchas horas, se gasta mucho léxico, hay que tener una cultura general muy amplia para llenar tantos kilómetros y tantas horas de transmisión. Se debe tener mucha imaginación y mucha información.


Yo creo que vienen muy bien Luis Alfredo Hernández, Lucho Escobar, un muchacho en Pasto que lo hace muy bien pero poco lo conocen en Colombia, se llama Hernán Coral. Hugo Atehortúa en el Norte del Valle. Esa es la generación que más o menos se adivina a la distancia.

¿Cómo es su vida en medio del campo ahora casi retirado de los micrófonos?

Esto es lo más sencillo del mundo. Aquí somos tres atendiendo nuestras mascotas, nuestra huerta y nuestras flores. En algún momento tuve vacas y hasta aprendí a ordeñar. Es una vida muy simple de ir al centro a hacer algunas diligencias y volver a casa a escribir. Me llaman de todas partes para una columna, un artículo, una entrevista y ese es mi trabajo. De pronto hablar para muchas emisoras todos los días. Escribo también, no muy seguido, pero escribo una columna que se llama SON DE LA LOMA.

Yo además cocino, me divierto mucho cocinando. Me gusta disfrutar el mundo con la triple C, que quiere decir: comprar, cocinar y compartir. Esa es la filosofía de mi vida. Ya no hay ni una fiesta, ni trasnocho, ni nada. A las nueve de la noche ya estoy listo y a las cinco de la mañana ya estoy en pie.

¿Cuál es el resumen de su trabajo en la radio de Colombia especialmente con el ciclismo?

Esta profesión me permitió conocer el mundo. Conocer mucha gente. Distintas culturas. Comprender más el ser humano. Me enseñó a ser solidario. A compartir con muchos amigos desconocidos porque esto es la radio, hacer amigos invisibles.

Todo esto paga el tiquete. Valió la pena haber pasado por esto. En el exterior me han tratado como si estuviera en casa y en mi país ni se diga, yo juego de local en todas las ciudades de Colombia donde salga. Así que ese es un placer que vale mucho y respeta mucho para el espíritu de cualquier ser humano.



Muy amable.

Ojalá y esto deje algo a las nuevas generaciones y alguna lucecita se prenda por ahí en el camino. Gracias por compartir conmigo estos minutos. Buena suerte y buen camino.

“Narrar ciclismo no es muy fácil, es muy complicado”

Rubén Darío Arcila transmitiendo para RCN. Foto Archivo RCN


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Germán Posada es natural de la ciudad de Medellín (Antioquia). Estudió Locución para Radio y Televisión en el Instituto Metropolitano de Educación (I.M.E). 
  
En Medellín colaboró en el programa Buenos Días Antioquia transmitido por la Cadena Colmundo Radio y participó en la animación y programación del programa Mirador Comunitario a través del Sistema Radial K (Armony Records). Ambos bajo la conducción y dirección del Periodista antioqueño Carlos Ariel Espejo Marín (q.e.p.d). 

 

Desde el 2001 reside en la ciudad de Montreal en donde ha participado en la realización y animación de los programas radiales Escuchando América Latina  (CKUT 90.3 FM), Onda Latina (CFMB 1280 am) y La Cantina (CFMB 1280). 
  

 

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