Oscar Tito López.
Es muy normal que a pocos días para que el año en curso se termine comencemos a hacer el balance de lo que, a nuestra consideración, determinemos lo que fue positivo o negativo en nuestras vidas, tanto en lo personal como en lo profesional.
A propósito, y para examinar en parte la industria de la radio en Colombia, invité a Oscar Tito López, experimentado hombre de radio, para que nos brindara su apreciación de lo que él considera tuvo trascendencia en el mundo de las ondas hertzianas en nuestro país.
Aunque Tito López se encuentra viviendo por fuera de Colombia y hace algún tiempo ya no ejerce activamente en la radio, su dedicación a ella es tan grande, que durante todo el año esta continuamente escribiendo e informándose al respecto.
Obviamente este no es un estudio detallado de todo lo que sucede en materia de radio en Colombia, pero si es una charla en la que un estudioso como Tito López, nos puede ofrecer para tener un contexto más claro y conciso de lo que dejó esta empresa en nuestro país este año y de las expectativas que desde ya se generan para el próximo año.
Por: Germán Posada
En su artículo titulado ¿Quiénes oyen radio en Colombia? Usted le está dando prácticamente una cachetada a quienes insisten en decir que la radio está desapareciendo y en nuestro caso, en Colombia, no es la excepción. ¿Definitivamente es un concepto errado?
A mí no me gusta especular. Cuando hago aseveraciones como esa es porque tengo datos serios que lo respaldan. El ECAR es una medición muy seria, financiada en un 40% por los anunciantes, que quieren saber cuáles son las emisoras donde más les conviene anunciar. Ellos mismos no se van a hacer trampa. Estamos hablando de su presupuesto de inversión publicitaria.
Y los resultados de la más reciente encuesta dicen que la radio se mantiene, y que el 75% de los mayores de 12 años en las 19 ciudades que se hace la medición escuchó radio el día de ayer, es decir, 3 de cada 4 personas.
La penetración de la radio en Estados Unidos es del 92% semanal y en el Reino Unido del 92% semanal.
La radio sigue vigente, con audiencias masivas.
Uno de sus últimos artículos para RADIO NOTAS lo tituló: Vida, pasión y vida de Tropicana. ¿Por qué le dedicó un artículo a esta emisora?
Me gusta mostrar ejemplos de las cosas que se hacen bien. Hace un año, esa emisora ocupaba el puesto número 13 en el ECAR. Pasaba por un mal momento, sabiendo que tuvo su época gloriosa de 1995 a 2005. 10 años seguidos en el primer lugar en Bogotá.
Es una demostración de que si las cosas se hacen con estrategia y con ganas se puede ser muy exitoso.
Hay empresas que hacen disparos al aire, a ver a qué le pegan. Al hacer esos disparos pueden pegarles a muchos chulos y, solo ocasionalmente, por un ‘chepazo’, le pegan a un faisán. En pocas palabras, y como reza el dicho colombiano, “botan pólvora en gallinazos”.
En cambio, en el caso de Tropicana, se nota un trabajo a conciencia. Claramente se ve que hay una estrategia, que no fue una idea que se le ocurrió a alguien de buenas a primeras y lanzaron a ver qué pasaba.
Esa es la radio que aprendí a hacer en Caracol, y veo que no la han olvidado.
En algunas de las sugerencias que usted ofrece para el 2023 con el fin de mejorar haciendo radio, menciona el podcast. ¿Una vez más, qué tan significativo es la realización de los podcasts dentro de la industria radiofónica?
Comienzo diciendo que no creo que el Pódcast vaya a reemplazar la radio. Son dos cosas diferentes. Cuando uno escucha radio lo que busca es compañía. No importa si, cuando enciendo el radio o sintonizo la emisora, el programa ya va por la mitad. Tampoco importa si me pierdo el final
En cambio, cuando uno escucha un pódcast es porque está realmente interesado en el tema. Uno escoge el tema y quiere escucharlo de principio a fin.
Además, la radio es en vivo, es espontánea. Puede cambiar de tema en cualquier momento por cualquier circunstancia, noticia o información que aparezca. El pódcast no, porque es grabado.
El programa de radio tiene una duración específica, especialmente por los compromisos comerciales y por la parrilla de programación de la emisora. Un pódcast puede durar 2 minutos o 2 horas. No hay un tiempo estipulado.
Pero, sobre todo, hay que entender que la radio es broadcast, es decir, un medio masivo, amplio. El pódcast es narrowcast, es decir, de nicho, algo cerrado, para audiencias específicas que pueden ser muy pequeñas o que nunca van a tener el alcance de la radio.
Siendo dos cosas diferentes, lo que pienso es que, habiendo tantas formas de encontrar contenidos de audio, un radiodifusor ya no debe pensar solo en radio. Es imperativo tener presencia en la mayor cantidad de opciones posible, incluyendo las redes, los canales de video y, obviamente, los pódcasts.
Y para tener éxito en el pódcast no basta con colgar una grabación de lo que se emitió al aire. Hay que generar contenidos específicos, con una producción de audio diferente y con temas más concretos.
También ha escrito sobre cómo ser un mejor locutor musical. ¿El legado que usted, junto a otros colegas, dejaron en este formato de radio en nuestro país, está cumpliendo la tarea? ¿Las nuevas generaciones están haciendo buena radio musical en Colombia?
Yo sí creo que están haciendo una buena labor. Los índices de audiencia así lo demuestran. Probablemente algunas personas más adultas y de generaciones antiguas de radio nos les guste y prefieran escuchar las voces que hicieron historia en los años 50, 60, 70 y 80, pero es claro que la gente escucha estas nuevas voces y les gustan.
Si eso no fuera así, la radio no habría evolucionado al sonido actual.
Y, en cuanto a la ‘buena radio musical’, también creo que lo están haciendo bien si uno se atiene a los resultados de las encuestas. Es más, en mi concepto han sabido mantener enganchadas a las audiencias en épocas tan complicadas como la actual, en las que la gente tiene tanto de dónde escoger.
Claro, habrá gente que ya no encuentra su música favorita, pero eso ha pasado siempre.
Lo que se escucha actualmente en la radio no es un invento traído de los cabellos. Es una evolución lógica del gusto de la mayoría.
En Colombia muchos defienden aquella locución educada de antaño en la que una licencia de locución era muy importante y consideran que una gran parte de lo que escuchan actualmente es malo. Caso especial, hace varias décadas, ustedes tuvieron un éxito arrollador en Medellín con Veracruz Estéreo con un lenguaje muy distinto. ¿Qué diferencia aquel lenguaje, del estilo actual en la radio musical, que tan poco gusta?
No estoy de acuerdo en que guste poco. Como lo he repetido, aún tenemos audiencias masivas de radio. Habitualmente, quienes se quejan son radiodifusores antiguos que viven en el pasado sin darse cuenta de que el mundo ha cambiado.
Muchas de esas personas que se quejan fueron despedidas de la radio por no saberse acomodar a las nuevas tendencias y ahora todo lo que no hagan ellos o a su manera les parece malo.
Y aunque no me lo preguntaste, sigo insistiendo en que lo de la licencia de locución no es buena idea. Eso no arregla absolutamente nada. Muchos quisieran regresar a las épocas en las que había censura previa, pero eso está prohibido por nuestra Constitución.
¿Quién decide qué está bien o qué está mal decir en la radio? ¿Con qué argumentos? Por favor, ¡estamos en el siglo XX!!
¿Debería hacerse un real esfuerzo en Colombia para que se cumpla aquello que usted pregona de tener locutores jóvenes para público joven y veteranos para otro público que empatice con más su estilo, con sus voces?
Yo sí creo que una emisora debe tener un sonido consistente en todo sentido. Los jingles, las promociones, los pisadiscos, los separadores, las identificaciones… todo debería obedecer a un concepto claramente definido.
Usted seguramente le habla distinto a su sobrinito de 3 años a como le habla a su pareja o a su jefe. Así debe ser la radio. Si usted les habla a los adultos, debería tener voces acordes con esas edades. Lo mismo si les habla a mujeres, a jóvenes, incluso a personas de diferentes estratos sociales.
“Los dueños de las emisoras se sienten derrotados por el mundo digital sin estarlo.”
Oscar Tito López.
La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) en uno de sus más recientes informes mostró descontento porque considera que la radio de la fuerza pública que alcanza el 45.73 % de las radiodifusoras de interés público en Colombia debilita la democracia. ¿Considera qué debería hacerse un reajuste en la concesión de estas licencias para estas emisoras?
No he leído el informe de la FLIP, así que mal haría yo en referirme a sus conclusiones.
Lo que sí vale la pena tener en cuenta es que Colombia ha tenido un conflicto militar interno desde hace décadas y supongo que de allí surgió la necesidad de entregar medios de comunicación a las Fuerzas Armadas, especialmente en territorios azotados por la violencia.
Esas emisoras han realizado un trabajo de información muy fuerte para tratar de contrarrestar las emisoras piratas de la sedición y enviar mensajes institucionales de apoyo al Estado. Además, han servido de compañía y consuelo a los soldados y policías que se encuentran en las montañas y en las regiones apartadas del país.
También me parece encomiable que estas fuerzas presten algunos servicios de información, entretenimiento y educación a comunidades donde no hay radio comercial ni institucional, pero finalmente esa debería ser una misión del Estado y no de sus fuerzas armadas.
Probablemente ese concepto se ha ido desvaneciendo, más aún cuando se ha firmado un acuerdo de paz, y la misma inercia ha llevado a la apertura de más frecuencias para el ejército y la policía sin que nadie cuestione su necesidad y vigencia actual.
Ahora, me parece curioso que aparezca este informe justo cuando se ha discutido un proyecto de ley que reorganizaría el espectro radiofónico del país, dando mayor presencia a las emisoras del Estado, una propuesta similar a la que se pretendía instaurar en Chile y, afortunadamente, no pasó.
Habrá que estar muy atentos a lo que el actual gobierno pretenda hacer con esas emisoras. Igual, recordemos el escándalo que se armó porque a las exFARC les entregarían unas emisoras. Eso ya sucedió y han estado funcionando normalmente, y hasta el momento no conozco ninguna queja.
¿Cree que la radio de antes no necesariamente fue mejor a la que se hace hoy en día?
Sí. Así lo creo. Lo que pasa es que la radio de antes estaba allanando el camino y se prestaba para más ensayos, más creatividad, más novedades. Hoy en día, ya todo en la radio está inventado por las generaciones anteriores.
Esas ideas nuevas que iban apareciendo sorprendieron a esas viejas generaciones. Hoy en día es muy difícil hacer algo nuevo o sorprendente en radio. Pero eso no quiere decir que la radio de hoy sea mala o sea peor que la de antes.
De hecho, actualmente la radio ha tenido que aprender a convivir y a enfrentar a las redes sociales, los videos musicales y los servicios de streaming. A los talentos les ha tocado aprender a redactar, a manejar videos, a crear pódcasts, a hacer su propia producción en casa, a interactuar con sus oyentes en las redes.
Y ni hablar de la radio hablada, que ha tenido que enfrentar todas las fuentes de información, noticias y deportes, comenzando por las transmisiones deportivas por televisión, las compras de derechos y la aparición de los canales de YouTube y otras plataformas de video y audio.
También les ha tocado enfrentar los recortes de presupuesto y recursos, y a recibir salarios más bajos que los que recibían los talentos anteriormente. Hoy en día, un director de emisora tiene que ponerse varios sombreros: estar al aire, programar, salir a la calle, manejar las redes, acompañar a los de ventas, etc.
Y a pesar de todo eso, las emisoras siguen creciendo o al menos manteniendo sus audiencias, lo que es un buen indicador de que están haciendo las cosas bien.
¿En términos de bueno, malo y feo, cómo analizaría lo que fue la industria de la radio comercial en Colombia durante este 2022?
Lo bueno: las audiencias se mantienen a niveles de hace 5 años. Es decir, a pesar de la enorme competencia del mundo digital, la radio permanece incólume, fuerte, poderosa.
Lo malo: La baja en facturación. Solo la radio, que en 2017 tenía el 20% de la torta publicitaria, ahora solo tiene el 12%.
Lo feo: Que nadie se ha preocupado por venderle a la industria de la publicidad y el mercadeo los excelentes resultados de audiencia. Nadie se ha preocupado por vender la vigencia y gran penetración de la radio. Ni las grandes cadenas, ni Asomedios. Nadie.
Los dueños de las emisoras se sienten derrotados por el mundo digital sin estarlo. Son los primeros que se han tragado el cuento de que ahora solo funciona lo digital, que ha sabido vender sus ventajas con cifras infladas, imprecisas y hasta mentirosas o fuera de contexto.
¿Sigue trabajando en lo que un día se convertirá en su primer libro?
Sigo pensando en hacerlo, pero todavía no tengo claro lo que quiero. Espero resolver pronto ese dilema.
Muchas gracias.
Gracias a ti.
“A pesar de la enorme competencia del mundo digital, la radio permanece incólume, fuerte, poderosa.”
Oscar Tito López.
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