Jorge Antonio Vega Baquero.
Hace unos seis años tuve la oportunidad de entrevistar por primera vez al maestro Jorge Antonio Vega Baquero y recientemente pude hacerlo por segunda vez. La diferencia entre ambas experiencias es que esta vez, ya no sentí tanto nerviosismo como en la primera y la charla fue como un reencuentro entre dos viejos amigos que hacía tiempo no se sentaban a conversar. La risa hizo parte de la conversación, pero faltó el café.
Noventa años de vida acompañan a este caballero y le han llegado con una lucidez pasmosa. Su conversación es fluida y sus ideas claras, pero lo mejor de todo es que sigue guardando aquel tono de voz que lo hizo tan famoso en su época como locutor, aquella en la que los aplausos lo sorprendían por doquier.
Alejado de todo aquel correcorre que encierra el mundo de los medios y el espectáculo, Jorge Antonio Vega, disfruta su vida de una manera más tranquila, más sosegada, más familiar y la lectura y la música siempre lo acompañan.
Definitivamente indagar e intercambiar ideas en el mundo de la locución con un personaje como él, es sinónimo de aprendizaje. Sus palabras vienen acompañadas de tacto y mesura. La época en la que se hizo famoso como hombre de medios es muy distinta a la de hoy y la defiende a todo dar, pero también es consciente de que las épocas vienen con sus cambios y con otros protagonistas. Su lema, es invitar sabiamente a la reflexión y así más bien, poco se complica.
Los invito entonces a leer esta segunda charla con esta leyenda viviente de nuestra locución y degustar sus palabras igual que aquella primera vez cuando titulé la entrevista: "Yo creo que en la radio hice de todo."
Por: Germán Posada
Maestro usted es una de las leyendas vivientes de la historia de la locución en nuestro país. ¿Cómo está su salud en sus bien vividas 90 primaveras?
Muy bien y espero vivir más de cien porque me gusta la vida. La vida conmigo ha sido supremamente grata y amable. Pude hacer bien mi trabajo. Tuve salud y acogida en la gente, así que cuando se vive bonito uno quiere vivir más y es por eso por lo que yo quiero vivir más de cien años.
Recientemente la ACL en cabeza de su director Armando Plata Camacho, le rindió un homenaje. ¿Cómo la pasó?
Así es. Ellos ahora están encargados de la ACL, entidad en la que afortunadamente yo participé en su fundación hace 70 años. Nosotros teníamos una agrupación en un sindicato que se llamaba ATRA-RADIO y ese sindicato estaba conformado por locutores, controles, actores y personal de las emisoras y se recibía a todos los que estaban vinculados a la industria de la radio. En 1954 Carlitos Pinzón nos sugirió que hiciéramos una asociación única y exclusivamente de locutores porque teníamos que contemplar muchos problemas referentes a cosas que no tenían que ver con nuestro oficio de locutores y aceptamos la idea y lo que era ATRA-RADIO se convirtió en dos organizaciones. La que quedó para todos los miembros de la radio y la que quedó exclusivamente para los locutores que es la ACL.
En este homenaje que me ofreció la ACL, vi tres o cuatro caras y el resto gente nueva. En realidad, yo ya no ando mucho en esta clase de actividades porque estoy retirado y me mantengo más al tanto de mis intereses personales. Noté entonces que había mucha gente nueva, lo cual me agrada porque hay que tener en cuenta que la vida, las modas, la música y el tratamiento social cambian, y uno que tiene tanta historia de años pasados es mejor ir cediéndole el paso a las nuevas figuras. Me parece que es lo indicado.
Hace seis años cuando lo entrevisté por primera vez le pregunté que sentía por esos aplausos que la gente le daba en las calles en su época activa como locutor y eso prácticamente no ha cambiado. La gente lo recuerda y lo aprecia muy afectuosamente. ¿Qué le significa todo este aprecio que la gente le sigue brindando?
Yo realmente agradezco mucho esos gestos, por ejemplo, recientemente un grupo de periodistas comandados por Norberto Patarroyo me hicieron una amable expresión de cariño y afecto y me acompañaron mis amigos de profesión. Todo esto yo lo agradezco porque eso quiere decir que uno no vivió en vano.
Yo voy por la calle y no falta alguien que se recuerde de uno y me saluda. Me mencionan el programa con Herbert Castro. Cuando hacía La Orquídea de Plata y La Hora Philips. Lo primero que hago es felicitarlos por su memoria porque fueron programas que yo hice hace muchos años cuando la radio tenía espectáculo, pero eso ya se acabó.
Hace muchos años la radio se dedicó fundamentalmente a la parte informativa.
Yo tuve la ocasión de decirle algunos dirigentes de la radio de aquella época de que habían cambiado la radio de entretenimiento y diversión familiar por la radio preocupación, porque todos los días son las mismas noticias repetidas intensamente por las diferentes cadenas que ahora, además, tienen la virtud de copiarse la una a la otra.
¿De tantos programas que dirigió y participó a cuál le daría un espacio muy importante en su carrera?
Sin duda alguna La Hora Philips. Ese fue un programa diario de lunes a viernes de 8:00 a 9:00 de la noche con participación de la orquesta de planta y artistas internacionales de mucho renombre. Para la época todo lo que estaba de moda lo destacábamos y lo llevábamos allí a un costo enorme pero que la Philips lo pagaba porque había una venta mayor. Es decir, el programa daba muy buen resultado por las ventas extraordinarias en publicidad, de manera que así una cosa compensaba lo otra.
Muchos consideran que aquella locución señorial y de alguna manera acartonada de su época no tiene cabida en la manera como avanzan los medios hoy en día con tanto avance tecnológico y el uso de las redes sociales. ¿De acuerdo con su experiencia cual sería el punto medio para que el ejercicio de la locución se beneficiara con las bondades que cada época tiene?
Eso es un tema extraordinariamente bueno para conversar y da tema para largo. Yo creo que a los directivos empresarios de la radio se les olvidó de que la radio es sonido y ya no se preocupan por las voces armónicas, bonitas y educadas, sino que cualquier voz sale al aire maltratando el oído del oyente, con el que se debe ser respetuoso, amable y cordial. Ahora pulula la chabacanería y el mal trato del idioma, cuando nosotros teníamos la fama de hablar el mejor castellano. Esto ya no existe.
Yo me pregunto del por qué no se dan cuenta que en la locución su principal arma es la palabra que es el eco y la forma sonora del pensamiento.
Yo estuve varias veces en el Congreso de la República suplicando el favor para que me escucharan, pero allá lo maltratan a uno porque lo que les interesa son los negocios. Yo proponía que se establecieran ciertos usos para capacitar a la gente en el arte de la locución, pero como es sabido la Constitución por mandato estableció que la locución pasara a ser un oficio que cualquiera pudiera desempeñar.
Cuando uno habla de instruir y de enseñar, ellos se irritan porque lo que les conviene es lo contrario. Que la gente ni piense, ni se eduque.
Sabemos de qué el aparato sonoro es un instrumento maravilloso, pero, a decir verdad, la belleza no les conviene. En últimas, este es un problema largo para analizarlo a conciencia.
¿Una licencia de locución como aquella que se exigía en su época si determina eficazmente quién puede ser un buen locutor?
Es sencillo. El locutor debe tener sindéresis, respeto hacia los demás. El locutor debe tener una serie de condiciones de señorío, de amabilidad, cortesía, preparación. Una de mis consignas cuando era profesor en la academia de locución que teníamos en la ACL, hace algunos años, era que siempre cuando se dirigieran al público en esas improvisaciones que de repente toca hacer, que tuvieran en cuenta el respeto y la amabilidad, como si estuvieran hablando con su propia mamá.
En este país la gente cree en lo que oye en la radio, entonces no hay derecho a desviarla. Hay que tener conocimiento del tema que se trata porque de lo contrario el riesgo que se toma es el de equivocar a la gente y eso ya es un cargo de conciencia.
Tal vez sea un romántico en el ejercicio de mi profesión, pero de todas maneras sé que a la gente hay que tratarla bien.
Para optar a la licencia había que presentar unos exámenes sobre conocimientos generales, historia del país, gramática, y otros requerimientos que eran exigencia. Existía la licencia de segunda categoría, luego de algunos meses existía la opción de un nuevo examen para pasar a la primera categoría y después la que coronaba la carrera se llamaba Primera y Noticias que habilitaba a su poseedor para poder leer las noticias teniendo en cuenta la responsabilidad social que tiene la información. Así es que cualquiera no podía decir lo que se le ocurriera frente al micrófono, porque necesitaba mesura, entendimiento y una serie de condiciones naturales que se fueron al traste cuando dijeron que la locución era un oficio que no importaba quién lo podía hacer. Esto, motivado fundamentalmente por los costos que ya teníamos los locutores de categoría y que contábamos con un salario alto.
Le cuento que en algún momento yo estuve hablando con el presidente de una importante cadena y le decía que la radio juvenil estaba siendo supremamente vulgar, morbosa y sin tratamiento respetuoso para la gente. A esto, la persona me respondió que estaba de acuerdo conmigo pero que esta clase de radio facturaba muy bien. A partir de ese momento no seguí la charla porque me di cuenta de que la radio ya estaba en manos de negociantes y no de gente idónea que supiera de la importancia de los medios de comunicación.
Entendí entonces de que una cosa es vivir la radio, y otra, es vivir de la radio. Son dos cosas distintas.
El famoso cantante Billy Joel practicó el boxeo, pero su fama la alcanzó como músico. Su caso es similar, usted también lo practicó, pero su reconocimiento es como hombre de medios. ¿Por qué decidió no avanzar en la práctica del boxeo?
La historia del boxeo conmigo es hermosísima. Yo era un niño cuando un día entré a mi casa llorando y mi padre me preguntó por qué lloraba. Yo le respondí que otro muchacho del barrio me había pegado y mi padre inmediatamente me dijo que al día siguiente tenía que ir al gimnasio para que aprendiera a defenderme y así poder entrar jubiloso a la casa cuando ocurriera lo mismo. De esta manera comencé a entrenarme y nunca salí del gimnasio hasta el año 92 cuando el médico me prohibió esta práctica porque se me desprendieron las retinas y no podía seguir saltando la cuerda. Yo participaba en los entrenamientos con los grupos de boxeadores que preparaban.
En el año 56 o 57, cuando comenzó la televisión comercial en Colombia, yo estaba trabajando en Atlas Publicidad como creativo y lancé el TELEBOXEO PHILIPS, por mi afición y porque estaba en ese ambiente y contaba con la colaboración de todos los muchachos practicantes del boxeo en los diferentes gimnasios de Bogotá, de manera que tenía la materia prima a disposición y se podía hacer un bonito programa deportivo.
A mí siempre el boxeo se constituyó en factor de mi actividad. Inclusive tengo la satisfacción de que cuando Miguel Happy Lora se vino para Bogotá a prepararse para campeón mundial, yo estuve con él en muchas actividades, uno de mis muchachos le sirvió de sparring y tuve tiempo de conversar con él sobre el futuro de un hombre que tenía toda la capacidad para ser un administrador de sus propios bienes y cortar la carrera de boxeador en el momento oportuno y no esperarse a recibir castigos en su momento de declive.
"La radio es una orquesta sinfónica en donde cada uno de sus miembros debe tocar el instrumento con mucha habilidad y conocimiento."
Jorge Antonio Vega Baquero. Foto: David Rondón Arévalo.
En una entrevista que le hacían, leí algo que me llamó mucho la atención cuando usted se refería a aquello de tener humildad en la pregunta. Yo lo entendí básicamente como no tener miedo a preguntar. ¿Aquí cabe aquello de que no hay pregunta mala?
Todo eso se puede resumir en algo que es definitivo en clave. Preparación. La gente pregunta de repente cosas que son muy evidentes. Se puede pecar cuando se hacen preguntas tontas sin conocimiento. Insisto mucho en que el locutor necesita preparación.
Para hacer una entrevista hay que tener conocimiento de quién se está entrevistando. A mí me ha ocurrido con muchachos que vienen a mi oficina a cubrir alguna tarea que les ponen, por ejemplo, una entrevista, y lo primero que me preguntan es que hacía yo en la radio. No tengo más remedio que responderles que lo primero que tienen que hacer es conocer a la persona que van a entrevistar. Les hago claridad de que si no conocen con quien van a hablar de qué pueden conversar.
Mejor dicho, educarse no es ningún problema, educarse es muy satisfactorio. Pese a esto, ocurre que, en el pensum oficial de la educación en nuestro país, sacaron la materia de Historia Patria. De esto yo no quiero hacer comentarios ahora, pero si quiero dejarlo como referencia para que cada uno piense y medite al respecto.
¿Se presenta entonces el caso cuando el entrevistador no pregunta por no parecer ignorante frente a un tema en específico?
¡Claro! Es que una entrevista hay que saber manejarla con equilibrio. También he visto periodistas o muchachos que están practicando, que, para hacer una pregunta, se demoran tiempo largo como demostrando que conocen mucho, y cuando le dan la oportunidad de contestar al entrevistado, este lo único que le queda por responder es SI o NO, porque el resto lo dijo el entrevistador.
En esto se necesita equilibrio, tacto, manejo.
¿Luego de haber sido un protagonista sinigual en la época dorada de la locución en Colombia y de ser testigo de los cambios generacionales que en ella se han producido, cuál es su balance personal de este mundo mágico que lo atrapó siendo un niño?
Todo cambia. Por ejemplo, en nuestra época, disfrutábamos de los pasillos y de los bambucos. El amor por la música de la patria. Actualmente las emisoras y en la Radio Nacional de Colombia que la chequeo mucho, no se escucha un bambuco ni de vainas. Entonces la gente no ama lo que no conoce. Es el cambio generacional. Los muchachos tienen ahora el oído en la música de ellos.
Pero de todas maneras no se puede echar al olvido lo que constituye nacionalidad que es nuestra historia, nuestra música, nuestros personajes, nuestros poetas. La poesía era también un orgullo de nosotros.
Había en las emisoras un cargo importantísimo y de responsabilidad que se llamaba director artístico. Esta persona tenía que estar pendiente de los contenidos, pero ahora ya no. Uno pregunta quien dirige esta emisora y la respuesta es que ahí se hace lo que se pueda. La radio es una orquesta sinfónica en donde cada uno de sus miembros debe tocar el instrumento con mucha habilidad y conocimiento, pero tiene que haber un director de orquesta y si no todos tocarían a su manera. De manera que no sería un concierto sino un desconcierto.
A ese punto hemos llegado en la radio. No hay directores de contenido. Todos están preocupados por la facturación.
¿Ese formato de la lectura de noticias tan importante en otra época de la radio en Colombia, considera que debería volver a aplicarse en la actualidad en la información noticiosa?
¡Claro que sí! Ese fue un ensayo que hicieron. Yo era un locutor principal en RCN, leyendo las noticias con Juan Gossaín de director. Pero empezó la campañita esa de que los periodistas dieran su información y que ellos mismos lo leyeran saliendo al aire. Ese era un afán de salir al aire, porque no hay nada tan coqueto como salir en televisión así no se sepa hacer nada pero que lo vean, y en la radio, que lo escuche la novia o en la casa.
Con todo esto se vino abajo una profesión que tenía gran importancia en la que se destacaba el locutor con conocimiento, buena pronunciación, con todos los méritos que se exigían para desempeñarse en la radio.
Yo creo que le falta ritmo a la radio actual.
Hace seis años me dijo: "Trabajé mucho en televisión, pero me gusta la magia de la radio." ¿Qué es la radio para Jorge Antonio Vega Baquero?
La radio sigue siendo como fue para mi desde niño, una magia. Lo que pasa es que el mago tiene que saber hacer la prueba para encantar, para fascinar al oyente. La cosa es como cuando el mago va a hacer la prueba y le falla y la gente incrédula ve primero el resultado.
Estamos pasando por un nuevo estilo de hacer radio con las nuevas generaciones, pero la radio tiene su propia vida y tiene que recuperar su importancia. La comunicación tiene un origen hermoso y divino que es la palabra y mientras la palabra sea la forma de comunicación de los seres humanos, los medios como la radio, la televisión o la prensa, tienen su vigor porque son la palabra sonora, escrita, impresa o proyectada.
¿Háblenos de canciones, alguna que sea muy especial para usted?
Hay una que me identifica desde muchacho. Es una especie de vals argentino que se llama Bajo un cielo de estrellas. (En la noche tranquilla y oscura hasta el aire parece decir: “No te olvides que siempre fui tuya y sigo esperando que vuelvas a mí”. En esta noche vuelvo a ser aquel muchacho soñador que supo amarte y con sus versos te brindó sus penas…Hay una voz que me dice al oído: “Yo sé que has venido por ella… por ella!”. Qué amable y qué triste es a la vez la soledad del arrabal con sus casitas y los árboles que pintan sombras. Sentir que todo… que todo la nombra,¡qué ganas enormes me dan de llorar!) Ese es mi himno.
Son tantas las canciones que me agradan, pero hay una que yo le dediqué al micrófono, es una charada, pero desde luego se la voy a decir. Es un bolero que dice: tanta vida yo te di que por fuerza tienes ya sabor a mí. Esa canción se la cantó yo a los micrófonos.
¿Cómo es un día normal en la cotidianidad de Jorge Antonio Vega Baquero?
Yo fundé en el año 75 una editorial para seguir con mi tema de la palabra impresa. Allí, hacíamos libros, revistas, publicidad, etc. Todo con mi maquinaria completa de litografía. Llegada la edad madura determiné que ya había que dejar aquella actividad y decidí vender la litografía y me dediqué únicamente a cuidar y administrar lo que se logró con mi trabajo en compañía de mis hijos que me resultaron estupendos, ellos han sido una bendición de Dios.
Leo mucho. Me fascina la lectura desde luego. ¿Y sabe por qué? Porque alguien me dijo que yo era una leyenda de la radio y yo le respondí: ¡óigame que bonito, una leyenda que se hizo leyendo! (Jajajajaja).
¿Alguno de sus hijos tomó el camino de la locución?
La locución no, pero si tuve un hijo, Jorge Andrés Vega, que fue graduado en Comunicación Social. Fue compañero de estudio de periodistas como Daniel Coronell y Ricardo Galán. Alcanzó a trabajar en algunos medios, pero la muerte se lo llevó hace dos años y me dejó un profundo vacío.
Me dicen que usted es alguien con quien el tiempo pasa inadvertido, que aparte de ser un excelente conversador, es muy divertido en su manera de hablar. ¿Es así?
Me gusta mucho dialogar con la gente y además tengo gran facilidad para el chascarrillo, para aquello que llamaban el repentismo bogotano. Yo soy de esa cosecha.
¿Y qué libro en particular está leyendo?
Constantemente estoy leyendo. En este momento estoy leyendo La insoportable levedad del ser de Milan Kundera.
Un libro que me fascina es El Olvido que seremos de Abad Faciolince. Este es un hermoso canto al amor paterno. Últimamente Abad Faciolince lanzó un libro que se llama Salvo mi corazón, todo está bien. No lo he empezado a leer, pero está en capilla. Su título es tomado de un poema de Eduardo Carranza, quién tiene un soneto que se llama Soneto con una salvedad y termina así: Salvo mi corazón todo está bien, de ahí el título del libro.
¿Maestro existe algún libro que hable de su biografía?
No, pero hay mucha iniciativa por parte de periodistas amigos como Leonel Barreto, que ha ido escribiendo una serie de cosas sobre mi vida y me las ha puesto a consideración.
Otros amigos me han sugerido contar mi vida a través de anécdotas, pero les he respondido que no me atrevo a escribir un libro sobre mi vida porque tengo pudor, pero tanto va el cántaro al agua que al fin van a tener que soportarme un libro porque de repente me pongo a escribir.
Yo tengo otros episodios de la vida que contar como, por ejemplo, que antes de la radio yo fui tipógrafo. Era un niño de 12 años cuando entré a una tipografía y aprendí a levantar textos con los tipos sueltos, que eran unas piezas pequeñas metálicas, cada una imprimía una letra del abecedario. Allí tuve la oportunidad de conocer importantes personajes que iban a esa imprenta a mandar hacer sus libros. Es decir que mi contacto con la palabra es desde siempre.
En alguna época don Jorge Valencia de Atlas Publicidad me invitó a participar en su empresa a lo que yo me mostré renuente diciéndole que yo era locutor, pero él me insistió, y allí estuve 18 años trabajando como director del departamento de radio y creativo. Allí me encontré otra faceta de la vida que no me imaginaba y con la cual me fue muy bien.
¿Volviendo a aquella época de niñez qué recuerda, como veía esa caja mágica que descubrió con la radio cuando apenas era un niño?
(Jajajaja). Eso así de repente no se me ocurre nada. Yo lo pienso y además lo consulto. Aquí volvemos a ese punto que mencionamos en otra parte de la entrevista y es a esa otra cosa interesante de la comunicación social que es tener la humildad de la pregunta. Eso me lo enseñó Juan Gossaín.
Juan Gossaín me enseñó que hay que tener la humildad de la pregunta, no la soberbia de creerse que uno se las sabe todas. Yo le creo a Juan Gossaín. Un periodista de muchísimos kilates y de una gran importancia. A él se le ocurrió una vez en una reunión de comunicadores, decir que Jorge Antonio Vega era el mejor locutor de noticias que él había escuchado en toda su vida y yo le agradecí muchísimo su concepto, pero lo malo sabe qué fue, que yo me lo creí. (jajajaja).
Maestro, ese es un tema bien interesante y hasta candente, porque aquí la lista de excelentes lectores de noticias es bastante amplia. ¿No cree?
Si, eso es cierto. Yo por ejemplo le agradezco el concepto a Juan Gossain porque es muy autorizado, pero yo creo que eso de hablar del mejor, como, por ejemplo, el mejor futbolista, el mejor músico, eso no es así. Cada uno trata de hacer su trabajo de la mejor manera posible y yo le puse alma, corazón y vida a mi trabajo. Si lo hice bien, magnífico. Eso es un concepto que debe emitir el público, no uno mismo.
Creo que esa es una manera ligera de expresarse. No el mejor. Me parece que lo correcto es: fue muy bueno, marcó una época, fue importante, pero el mejor, no. Son épocas diferentes, el paso del tiempo va decantando las cosas.
¿La inteligencia artificial deberá sucumbir frente a ese propósito de querer imponerse a la voz natural, al talento humano?
A mí eso de la inteligencia me deja muchísima inquietud. El hombre está produciendo cosas que se desplazan a sí mismo. Me da miedo la inteligencia artificial porque al paso que va, va a reemplazar al hombre y entonces qué vamos a hacer. Quedamos en manos de uno que sea un hombre para manejar la máquina y los demás qué. ¿Víctimas? No sé. Yo de eso no tengo conciencia todavía, de los alcances que pueda tener la inteligencia artificial. Lo que tengo es miedo.
Yo insisto en mi teoría de que la radio es sonido. Luego lo que sale por el aparato debe ser agradable al oído. Yo siempre he dicho que si a usted le regalan un tiple que es lo primero qué hace con él. Lo primero que debe hacer es buscar a alguien para que se lo afine. Y teniendo el instrumento más maravilloso que es la voz, pues haga lo mismo, busque quien se la eduque, quien le indique.
A la voz hay que educarla y tener el privilegio de un buen profesor como Luis Carlos García Gómez, un barítono extraordinario, a quien le brindo mi homenaje de recuerdo. Él fue quién me educó la voz y me buscó el tono que me correspondía. A propósito, el famoso cantante lirico, Víctor Hugo Ayala, también fue su alumno.
Todo esto puede que suene raro a los muchachos de hoy porque no hay la iniciativa de educar la voz. Es posible de llegar a los 90 años todavía con tono. Dios en su generosidad me dio la voz como materia prima, pero yo me preocupe por educarla y pulirla.
Muchas gracias. Es un honor poderlo entrevistar de nuevo a pocos días de cumplir mis primeros diez años haciendo entrevistas a personajes de los medios tan importantes como usted.
A ti muchas gracias por darme la oportunidad de expresar mi sentimiento y mi gratitud hacia la vida. Muchas gracias y que mi Dios lo proteja siempre.
"En este país la gente cree en lo que oye en la radio, entonces no hay derecho a desviarla. Hay que tener conocimiento del tema que se trata porque de lo contrario el riesgo que se toma es el de equivocar a la gente y eso ya es un cargo de conciencia."
Jorge Antonio Vega Baquero.