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Gustavo Castro Caycedo: "Atreverse a criticar el periodismo es ir contra la corriente."

Updated: Jul 3, 2023


Gustavo Castro Caycedo. Foto: El Espectador.



Tres aspectos de particular importancia, forman parte del inmenso caudal de anécdotas y experiencias en la trayectoria profesional, del periodista y escritor, Gustavo Castro Caycedo.


A finales de los 70s, gracias a su gestión, Colombia tuvo como huésped, al célebre boxeador, Muhamaad Ali. Luego, en la primera mitad de la década de los 80s, RCN, recibió bajo su liderazgo, una importante distinción internacional como la Mejor Cadena de Radio de habla Hispana, y posteriormente, como director de Inravisión, Gustavo Castro Caycedo, coordinó la transmisión de la entrega del Premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez, anécdota rebosante de un sinfín de detalles, que, sin intención alguna, inmortalizó, más aún, este suceso histórico para los colombianos.


Pero no solamente estos sucesos robustecen el itinerario de este reconocido hombre de medios. Son variadas y diversas las distinciones que a o largo de su actividad periodística, lo catalogan como uno de los periodistas de mayor influencia en Colombia, en las distintas áreas que conforman el sector de la información.


Escritor, columnista, amante de la vida, enamorado, admirador profundo de las mujeres, poeta, soñador, abuelo y niño a la vez, coleccionista, melómano y hasta loco, son algunas de las características, que describen la brillante personalidad de este periodista que cultivó su amor por el oficio, desde que descubrió su amor por la lectura y su gusto por el ciclismo.


Gustavo Castro Caycedo es un hombre de palabra y franqueza. Ir con rodeos, no es su estilo y así, con estas palabras, lo expresa: "Ese es el gran estado mental que puede tener un periodista como yo que durante muchos años ha luchado por la independencia y fundamentalmente por ser imparcial y decir la verdad. Eso, creo, es el mayor valor que puede tener el pago a una carrera periodística".




Por: Germán Posada




¿Quién es Efraín ‘El Zipa’ Forero en la vida de Gustavo Castro Caycedo?

En cierta forma le debo haberme convertido en periodista.


Yo cumplí ocho años el día que Efraín Forero fue coronado como Campeón de la Vuelta a Colombia. ‘El Zipa’ representó para los niños de mi pueblo algo que nunca habíamos tenido como ejemplo de orgullo. Con esta gesta del ‘Zipa’ los medios de comunicación comenzaron a hablar de Zipaquirá. Ese día que terminó la vuelta con él como campeón, fue un jubilo muy grande cuando vimos llegar a Zipaquirá avionetas que sobrevolaban la ciudad tomando fotografías de un desfile con una caravana que condujo el gran comentarista deportivo, Carlos Arturo Rueda quién transmitió la Vuelta por primera vez y que hizo que todos los colombianos estuvieran pendientes de aquel enfrentamiento de los ciclistas cundinamarqueses y antioqueños que fueron los dos grandes equipos que se turnaron los primeros lugares.


Yo recuerdo en la plaza de mi pueblo ver entrar triunfante al Zipa. Desde ese entonces me aficioné al ciclismo y lo primero que hice después de ese cariño que le tomé a este deporte, fue escribir sobre ciclismo. Así comenzó mi carrera deportiva.



¿Más que escritor, periodista y cronista por excelencia, qué es lo que más admira de su hermano y cuál considera fue el legado qué German Castro Caycedo dejó a los colombianos?

Fue el mejor cronista que ha tenido el país. Él decía que no era escritor sino cronista. Y realmente sus libros son crónicas excelentes. El colega más grande de siempre. Como hermano, fuimos muy buenos amigos. Lo admiro como escritor porque después de Gabriel García Márquez, ha sido el colombiano que más libros ha vendido en Colombia. Eso significa y da la bendición de su calidad profesional.



Al parecer una anécdota profesional entre ambos que pudo haber afectado su relación. ¿Es así?

Eso fue algo que se tenía que dar. Yo era director de Inravisión y allí tenían unas normas muy estrictas. Los programas para ser emitidos tenían que ser entregados dentro de unos horarios establecidos y en una ocasión un programa de Germán no llegó a tiempo y con mucha pena tuve que cancelar su emisión.

Pero él lo entendió muy bien y eso no generó en nosotros ninguna diferencia.


Germán sabía que yo estaba cumpliendo con mi deber.


El reconocido Premio CAFAM es creación suya. ¿Qué lo inspiró a crearlo?

Nosotros tuvimos una madre maravillosa. Fuimos siete hermanos. Nuestra madre fue tan especial que con esfuerzo logró ubicarnos a todos en la vida siendo profesionales y, sobre todo, buenos ciudadanos. En honor de ella creé y organicé el Premio CAFAM. Un premio que lo planteé a unas tres empresas que no les llamó la atención. Siendo director de CAFAM, Arcesio Guerrero, lo aceptó de inmediato. Ya son 33 años de vigencia descubriendo más de mil quinientas mujeres que trabajan por sus comunidades y regiones de Colombia.


Lo curioso de esto es que nadie sabe quién lo inspiró, que fue mi madre, una mujer maravillosa que desde muy pequeña nos enseñó a leer mucho. Nos decía que quien aprende a leer, aprende a escribir. Y a esto le debemos nosotros haber incursionado en el periodismo.



Tengo entendido de que nunca ha dejado partir su niño interior y que siempre ha tenido alma de niño. ¿Ahora como abuelo me imagino que se siente como un niño de la felicidad?

Ser abuelo y nieto son dos extremos que se acercan, precisamente porque el abuelo todavía tiene sueños e ilusiones y sigue siendo un niño que tiene las ilusiones intactas. Tengo ochenta años, pero vivo profundamente la vida y gozo con las cosas más elementales como gozan los niños.


Tengo dos elementos que me acercan mucho a la niñez, que son el mejor genio que tuvo el siglo XX, y que se llamó Walt Disney. Uno hombre que hizo soñar a millones de niños durante muchos años en todos los países del mundo y que sigue siendo vigente. Lo otro es la vivencia de la navidad. Para mí la navidad sigue siendo como cuando la viví en mis primeros años. Sigo siendo un devoto de la celebración de la navidad a la antigua, con pesebre, árbol de navidad, villancicos, novena de aguinaldo en la casa, reunión de la familia y amigos. No al estilo de un Papá Noel, si no con el Niño Dios.


Esto me hace pensar también que el día de las brujas es algo totalmente distante de lo que nosotros vivimos. En nuestra época no existía el Halloween y yo diría que, si tuviéramos que celebrar en algo algún hecho principal después del nacimiento del niño Dios, deberíamos celebrar la navidad, más que esta propaganda que ha pegado tanto como es el Halloween.



Usted me recuerda al desaparecido Jairo Alonso Vargas, un hombre con un espíritu navideño muy especial, y veo que usted también.

Yo fui muy buen amigo de Jairo Alonso y seguí siempre su carrera profesional, hasta cuando llegaron sus enfermedades y luego su muerte. Fue un hombre de un gran corazón, bondadoso, muy amable. Un amante de la navidad y en eso nos identificábamos.


Yo tuve una inquietud desde muy temprano y fue coleccionar pesebres. Yo creo que tengo más o menos unos 200 pesebres que los exhibo desde noviembre.


Para mí la navidad comienza el primero de noviembre luego de celebrar el día de las brujas. Tengo además un árbol de navidad que está 365 días armado en mi casa. Nunca lo desarmo. Mantengo vivo el espíritu de la navidad. En mi carro tengo música de navidad y en mi casa oigo música de navidad durante todo el año. Tanta locura tengo por la navidad, que un día me dio por fabricar tarjetas de navidad que todavía siguen vigentes. Están diseñadas con distintos géneros de campesinos colombianos. Han tenido mucho éxito y las sigo comercializando. La navidad nació en medio de un pesebre campesino en Belén.



¿Por qué su libro más reciente ‘Lo que Nunca Olvidaremos’ es la obra que más ha sentido en el corazón?

Por varias razones. Primero por mi cercanía con la navidad, la magia de Walt Disney y con la niñez. Para mí la niñez como para muchas personas en la vida tiene un valor incalculable. Desde que yo era un niño tuve una abuela muy cariñosa que me hizo sentir el deseo de ser abuelo un día y hace cuatro años que se me cumplió el deseo.


Hace unos 18 años comencé a pensar que cuando tuviera un nieto o nieta, quería contarle todas las cosas que viví en mi infancia, pero que a lo mejor ni existiría. Por eso quería dejar en un libro para mi nieta todo lo que vivimos durante nuestra niñez, las personas de mi generación. Yo no hablo en mi libro en primera persona si no en el nombre de las personas que vivimos nuestra infancia y juventud, entre los años 40s y 70s y lo titulé: Lo que nunca olvidaremos, con un subtitulo que es: Un libro para mi nieta.



¿Con la influencia de poderes económicos como poseedores de medios de información en Colombia, sería un -imaginario- hablar de un periodismo sin sesgo en nuestro país?

Yo creo que el hecho de que el periodismo haya caído en manos de grandes emporios ha perdido algo de credibilidad. Es lógico y lo entiende uno todos los días, en que hay medios de comunicación que defienden más los intereses del dueño, que los intereses de quienes representan su razón de ser profesional, que es la sociedad. Hay periodistas que se ven marcados por esa falta de independencia y por esa, digamos, tendencia a no ser ecuánimes.


Y muchas veces se distancian de la verdad, para reflejar los intereses de los dueños de los medios.



En alguna ocasión le hice esta pregunta a Julio Sánchez Cristo: ¿Cuál es su opinión acerca del periodismo sesgado o 'amañado' como algunos lo nombran?

Su respuesta fue: "Cada persona es dueña de su dial y se queda dónde está quién le da confianza". ¿A la misma pregunta qué piensa al respecto?

Yo le contestaría lo mismo, pero adicionalmente le añadiría lo siguiente:


Según los resultados, estudios e investigaciones recientes sobre credibilidad del periodismo, realizados por la Universidad de Oxford y el Instituto Reuters, en donde establecen que medios en Colombia tienen mayor y menor credibilidad, esa credibilidad, está directamente siendo proporcional a lo que ellos expresen y a como ellos muestran la verdad o la realidad del país, y lo peor que le puede pasar a un periodista o a un medio, es perder la credibilidad, así tenga mucha audiencia.



En época en la que usted presidió RCN Radio ganaron el “Premio Internacional España de Radiodifusión como la Mejor Cadena de Radio de habla Hispana, en 1984”. Actualmente RCN con Luis Carlos Vélez a la cabeza, busca la unificación de su cadena básica con La FM, con la finalidad de convertirla en la radio de mayor cubrimiento en Colombia. ¿Cómo hombre experimentado en los quehaceres de RCN, qué nos puede decir de estas expectativas?

Yo no me atrevería a dar una opinión sobre cuáles son las razones por las cuales una empresa noticiosa que fue tradicional, que tuvo durante muchísimos años un estandarte de ser adalid del periodismo, de un momento a otro, después de 80 años, desaparezca el noticiero que fue tradicional. Es como si hoy se acabara Caracol y lo fundieran en La W o en BLU.

Nosotros, los que hicimos el periodismo en la radio, tenemos nostalgia de que se pierda RCN. Me parece que hay facilismo y que no fueron capaces de levantar el noticiero que se cayó después de que salió Juan Gossain. Y el facilismo es borrarlo de un plumazo. Yo personalmente no estoy de acuerdo con eso, pero lógico que los dueños tienen sus razones y motivos y seguramente en sus presupuestos y balances los llevó a tomar esa decisión de desaparecer Radio Sucesos RCN.


Pero sin duda el periodismo colombiano siente que algo importante se perdió y que valió la pena haber tenido el talento para poder ensamblar un buen equipo periodístico y levantarlo.



¿En ese orden de ideas qué representó en RCN la presencia de Juan Gossain?

Siendo yo presidente de RCN, me llamó Carlos Julio Ardila, en momentos en los que el Noticiero se encontraba en condiciones similares a lo que vive RCN hoy en día. Mejor dicho, caído. Caracol nos superaba por mucho. Yo había sido director de Inravisión y algún día había escrito una columna que titulé: Talento, Audacia y Ganas y ahí explicaba que a RCN le faltaba eso para volver a coronarse y estar arriba.


El me llamó y me preguntó que si eso que yo había escrito era capaz de ponerlo en práctica. Yo le respondí que sí y que era sencillo, porque RCN, tenía el Talento, pero sin ser explotado al máximo. En cuanto a la Audacia había que hacer unos golpes de imagen importantes para llamar la atención y Ganas, era trabajar y querer transformar.


Yo le insistí a Juan Gossain durante tres meses para que se viniera a dirigir el Noticiero. Mientras que él llegó, yo me encargué de dirigirlo y al mismo tiempo era presidente de la Cadena.


Algún día le dije a Gossain que, si quería seguir siendo el segundo de Caracol, porque él trabajaba con Yamid Amat. Finalmente reaccionó y una vez en RCN, sostuvo lo que montamos nosotros, porque cuando él llegó, ya nosotros estábamos por encima de Caracol.



Usted como hombre de medios, reconocido y respetado, ha estado también vetado de los mismos medios por sus opiniones en lo que ha considerado el ejercicio de un mal periodismo. ¿Ha servido esta valentía suya en contra de los medios?

Creo que esto puede ser visto desde dos ópticas. Puede ser una valentía o puede ser un suicidio. A mi hay gente que me dice que me suicidé. Uno de mis libros se llama: La Televisión nos mató el alma. Y debido a ese libro comencé a sentir la censura. De aquella censura de periodistas para periodistas.


Sin embargo, creo que valió la pena porque en mis cátedras en universidades y en mis cinco libros de medios de comunicación, que han sido textos de estudio de los comunicadores y periodistas, de algo ha servido y he logrado que muchos de esos estudiantes entiendan la responsabilidad tan grande que significa estar frente a un micrófono y a una cámara y el poder que se tiene para mostrarle a un país la verdad. Y que hay que tener independencia y que lo importante no es defender los intereses de un medio sino defender los intereses de una sociedad que confía en sus periodistas.


Periodistas que deben ser fiscales, que deben denunciar, investigar hasta lo más profundo sin que las consecuencias lleguen a callarlos.


Ese es el gran estado mental que puede tener un periodista como yo que durante muchos añosha luchado por la independencia y fundamentalmente por ser imparcial y decir la verdad. Eso, creo, es el mayor valor que puede tener el pago a una carrera periodística.


Su poesía ¡Si yo pudiera nacer de nuevo! diría yo, es un homenaje a la mujer. ¿Por qué son tan importantes las mujeres en la vida de Gustavo Castro Caycedo?

Me devuelvo hacia atrás y parto del Premio CAFAM para la mujer, dedicado a mi madre, por lo que fue, pero además por ese valor que le he dado a mi abuela que me ayudó a criar y que me llenó el corazón de amor.


Por mi madre, mis hermanas que fueron maravillosas, por mi exesposa, por mi hija a quien vi nacer. Yo vi nacer a mis hijos y vi la sublimidad de una mujer cuando está pariendo. Todo esto me ha llevado a creer en la mujer.


Yo escribí una nota muy especial que se llama: Si, yo creo en la mujer.



¿Por qué le gustan las figuras de los Quijotes?

El personaje con el que más me identifico es con Don Quijote. Por eso alguien me decía que yo me había suicidado con mis críticas a los medios y cuando lancé mi libro La Televisión nos mató el alma: El Periodismo amarillo. Este libro cierra una serie de denuncias sobre el mal manejo del periodismo.


Desde niño fue un Quijote porque siempre emprendí campañas e ideas quijotescas, buscando un mundo mejor y de servicio a la sociedad. Y así voy a morir porque yo ya no voy a cambiar. Muchas veces me meto en discusiones o en debates sabiendo que llevo las de perder porque la mayoría de la gente está en un mundo en el que ya los valores se han ido perdiendo. Pero vale la pena luchar por ello.


Tengo en mi colección 627 Quijotes. Durante 47 años he recogido todo tipo de Quijotes representados en pinturas, tallas, porcelanas, etc. En mis cumpleaños y en navidad solo recibía Quijotes. Hasta parte de la escritura de mi correo electrónico incluye la palabra Quijote.



"Atreverse a decir voy a traer a Muhamaad Ali a Colombia, es estar loco."

Gustavo Castro Caycedo y Muhamaad Ali.



¿Por qué le gusta 'La vida es un Carnaval' de Celia Cruz?

Porque precisamente por momentos difíciles que existan, la vida es muy bella. La vida es ver crecer las matas desde que están pequeñas, ver volar los pájaros, ver los paisajes, la cara de un niño sonriendo, ver la risa. La vida es eso, un Carnaval.



¿Por qué considera que Antonio Nariño ha sido el personaje más importante de la historia en Colombia?

No hubo ningún prócer de la independencia que diera tanto por la patria como Antonio Nariño. El dejó su hogar, perdió su riqueza, fue expulsado del país, fue perseguido y perseveró siempre. Hay una encuesta que hizo la Revista Semana hace unos veinte años en la que entrevistaron a personajes, historiadores y literarios y no establecieron que Antonio Nariño es el personaje más importante que ha tenido la historia de Colombia. Muy superior a un magnífico colombiano como lo fue, Francisco de Paula Santander.


Antonio Nariño supera a Simón Bolívar. La grandeza de Nariño es haberle entregado a la Patria todo lo que tenía. Haber sido perseguido él y su familia y morir sin haber disfrutado de la independencia de Colombia.


Las gestas de Simón Bolívar son extraordinarias. Recorrió más kilómetros a caballo que los grandes conquistadores de la historia. Se dedicó a la patria y sufrió el destierro, pero Bolívar no entregó tanto. Nariño entregó absolutamente todo. Su libertad, su fortuna, su familia, y no disfrutó de la independencia del sabor de la libertad porque justamente murió buscando esa libertad. Para mí, es incomparable.



El 12 de noviembre de 1977 llegó a Colombia, el boxeador Muhamaad Alí. Usted fue el gestor, justamente, de esta 'quijotesca' labor. ¿Cómo lo describiría en lo poco que lo conoció?

Los suegros míos eran los benefactores del Instituto Roosevelt que se quedó sin fondos y lo tenían que cerrar. Yo pensé que podía ayudar y para recaudar fondos, se me ocurrió traer a Muhamaad Ali a Colombia. Cuando dije esto, me trataron de loco y chiflado, y hasta los colegas me criticaron, al punto de decirme que era un hablador, pero poco a poco fui realizando el sueño durante seis meses hasta que encontré la forma de comunicarme con él.

El 27 de septiembre del 77, me puso una cita después de su pelea con Earnie Shavers, en el Hotel Americana que quedaba al frente de Madison Square Garden.


Fui a esa cita y recuerdo que había muchas personalidades allí presentes celebrando. Uno de ellos era el actor Sylvester Stallone. Yo estaba muy ansioso y la verdad, no me importaba ninguna de estas personalidades, lo que quería era conocer y por fin concretar la visita de Ali a Colombia. En aquel entonces era director de la Revista Hit y fue así como realicé la promoción.


La presentación fue en su dormitorio y cuando entramos estaba recostado en su cama sosteniendo su cuello con sus manos y sus piernas cruzadas, cuando lo vi, quedé paralizado. Quise tomar la foto con la que había soñado seis meses y no fui capaz. Literalmente, quedé paralizado. Yo le expliqué el motivo de mi visita, le mostré fotos de los niños en el Instituto Roosevelt y el aceptó sin cobrar. Le pedí si podía acompañarme a dar una vuelta por Manhattan para tomar unas fotos y aceptó. En total tengo unas 50 fotos con él y todas tienen un valor muy especial.


Ali, viajó con siete personas más, entre ellas su esposa Veronica y su suegro. Nosotros pagamos los pasajes y viáticos. En el Aeropuerto Internacional de Miami, tuvimos un percance porque uno de sus guardaespaldas no tenía la documentación al día y Alí exigió que pudiera viajar, porque de lo contrario él tampoco lo haría. Afortunadamente un periodista de RCN me ayudó con el ministro colombiano de Relaciones Exteriores, y así, se pudo gestionar el permiso para su guardaespaldas.


Cuando llegamos a Colombia no podía dar crédito a tanta gente que lo estaba esperando. Muhamaad Ali, me expresó que nunca había conocido un país tan cálido como la gente en Colombia. Se quiso quedar unos días más, pero fue imposible a causa de su itinerario. Quería conocer Cartagena, pero no tuvo tiempo. Era un hombre al cual se le veía durante el día meditando con mucho fervor a través del Islam.


Era muy amable. Durante los tres días de su visita en Colombia, se mostró muy tierno con mi hijo, que en aquel entonces era un bebé de un año. En su visita al Instituto Roosevelt, se conmovió y lloró al ver los niños.


Colombia fue en el único país de América Latina en donde Alí hizo una pelea de exhibición y fue con Bernardo Caraballo. Su visita fue cubierta por las agencias internacionales. Tuve la oportunidad de presentarle a Pambelé y a Rocky Valdez quienes estuvieron invitados en Bogotá para las celebraciones.

El espectáculo que se realizó en La Plaza de Toros Santamaría fue lleno total y ese recaudo fue para el Instituto Roosevelt. Estaba feliz presenciando una corrida de toros. Fue invitado por Jorge Herrera y su esposa a una finca ganadera en donde disfrutó mucho de una becerrada.


Al día siguiente en el Estadio El Campín hizo el saque de honor en el partido entre Millonarios-Nacional y le pareció tan gracioso el hecho de patear el balón que pidió repetirlo en dos ocasiones más.


Como datos curiosos, le cuento que nuestra fecha de nacimiento es la misma, un 17 de enero. Y en su visita a Colombia su esposa Veronica ya estaba embarazada de Laila su hija.



¿A casi 41 años de aquella angustiosa experiencia de no haber podido transmitir en directo la entrega del Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez, qué sentimiento lo acompaña todavía en sus memorias?

Esa ha sido la lucha más triste que he tenido en mi vida. Yo era director de Inravisión cuando se supo lo del Premio Nobel de García Márquez y comencé a pensar en lo fantástico que podía ser un programa de la transmisión de la entrega de este premio. Duré más de un mes organizando el especial de televisión para llevarle a los colombianos el momento más importante de su historia. El país se entusiasmó con todas las cuñas que sacamos por todos los canales anunciando el esperado evento y justo la noche de la ceremonia y en el momento de la entrega del premio se cortó la señal y el país quedó en suspenso.


Resulta que un ingeniero de Inravisión a quién le correspondía contratar el segmento satelital, calculó mal y solamente contrató una hora. Se debió haber contratado por lo menos unas tres horas. La verdad, es que yo no estaba muy enterado de esas operaciones técnicas y confiaba en que las cosas estaban bien hechas. La frustración nacional fue total. Lo primero que recibí fue la llamada del entonces presidente Belisario Betancur indignado. Lo mismo de políticos y congresistas. Agredieron a piedra las instalaciones de Inravisión, y claro, la culpa recaía en su director. Esa fue una noche muy amarga.


Después pasó a ser una anécdota simpática pero la verdad sea dicha, mientras la viví, fue muy difícil. Comencé a rastrear a través de los telex que tenía Inravisión con distintos países. Entre en comunicación con Londres, Madrid, Ciudad de México, Holanda, tratando de tener la señal y nadie nos ayudó.


Finalmente pude ubicar el número telefónico del presidente de Radio Caracas Televisión y desde su finca dio la orden de que nos dieran la señal y nos repitieran lo que ya ellos tenían grabado. Esa fue una la salvación. Lo otro, es que, desde Inravisión, teníamos el apoyo de Bernardo Hoyos, un hombre magnífico de una cultura muy grande, que manejaba ampliamente la trayectoria de Gabo y estuvo durante una hora y media en la que perdimos la señal, sirviéndonos de apoyo con información acerca del escritor.


Para resumir, fue una noche infame y los días siguientes también.



Usted fue pionero de la televisión en blanco y negro y de aquella radio tradicional con muy escaza tecnología. Hoy, casi que todo, se resume a través de un celular. ¿Para el ejercicio periodístico, qué nos brinda de positivo la tecnología y en qué nos puede perjudicar?

Yo creo que todo lo que sea adelanto tecnológico es muy bueno porque facilita y mejora las condiciones de producción en el caso de la televisión. Realmente los adelantos no son dañinos. Lo que es dañino es la mala utilización de los medios.


Por ejemplo, las redes sociales, con su poder tan grande pueden transformar un país y generar revoluciones como las islámicas o las de oriente. El ascenso al poder del presidente Trump. La Primavera Árabe, o la revolución en España con el intento de independencia de los catalanes. En nuestro caso, ha bastado con citar a trescientas personas para que asalten una estación de Transmilenio o proponer marchas con consecuencias sangrientas. Esos medios mal utilizados no propiamente por el periodismo, sino por quién anuncia y tiene un acceso, puede causar estos desastres.


En cuanto a la utilización que le dan los periodistas y los medios, tiene un aspecto afortunado, pero también algo desafortunado. La fortuna es que puede haber un periodismo inmediato e instantáneo a través de un celular, pero también la mala utilización de señales que pueden mostrar un baño de sangre, cuando lo que hay que decir es que hubo un muerto. Esto se presta para el sensacionalismo.




¿Cuál será su próximo libro?

Voy a darle una chiva. Mi próximo libro se va a llamar Historia de una Locura que se trata precisamente de la visita de Muhamaad Ali a Colombia.



Uno no pensaría en una personalidad como la suya, tan calmada, que usted mismo se catalogue como un loco. ¿Gustavo Castro Caycedo por qué es un loco?

Cuando uno se sale del molde, de los parámetros que establece la sociedad, los medios o las personas, uno está loco porque va contra la corriente. Atreverse a criticar el periodismo es ir contra la corriente. Es decir, estar loco. Atreverse a decir voy a traer a Muhamaad Ali a Colombia, es estar loco.

Tener una colección de más de 600 Quijotes, eso solo lo hace un loco. Quijote y loco son casi como sinónimos.



¿Definitivamente en su obra que suma por el momento 39 libros, usted le ha hecho prácticamente un homenaje a Colombia?

De mis libros la mitad tienen en sus títulos el nombre de Colombia. Yo respiro país siempre, pero lo respiro con cosas positivas. Para mí un testimonio importante era ver que pensaban los extranjeros que se quedaron viviendo en Colombia. Para ello, escogí 17 personas que hablan cada uno desde su propia historia y explican el por qué aman tanto a Colombia y como critican el hecho de que los propios colombianos, a veces, nos olvidamos de los valores que tenemos. Todo esto le escribí en mi libro: Por qué me quedé en Colombia.


El sentimiento del colombiano sincero es ese orgullo tan grande de ver triunfar a un Nairo Quintana en el exterior, de ver a un profesor Llinas sobresaliendo mundialmente como uno de los hombres que más conoce sobre el cerebro en el mundo, como un boxeador como Pambelé, consigue un campeonato mundial. Todos esos momentos, que se llaman los momentos estelares de Colombia y que nos hacen sentir orgullosos yo los plasmé en mi libro: Grandes Momentos de Colombia. En este libro investigué y resumí más o menos unos trescientos momentos estelares que nos hacen sentir orgullosos de ser colombianos.


Colombia es un gran país, lo que pasa es que, en él, también vive gente espantosa que hacen que Colombia quede mal. Entre eso, está la exportación de telenovelas que muestran capos y narcotraficantes. Esta mala imagen que a veces nosotros mismos exportamos, deteriora totalmente la realidad colombiana.


Colombia es un país de gente buena. El 95 por ciento de los colombianos son buenos. Ese otro cinco por ciento, lo conforman los amigos de la corrupción, los políticos corruptos, los que se roban la plata de la leche de los niños, de los desayunos infantiles, la plata de la salud. Colombia no es un mal país. Lo que tiene es un poco de malos hijos que son violentos y corruptos y que se encargan de dañar nuestra imagen.



Me parece que hablar de paz para un país suena de alguna manera utópico, pero sí creo que se puede llegar a vivir mejor, de una manera más digna. ¿Confía en que en Colombia en algún momento se alcance a vivir sin tanta violencia, sin tanta polarización, con más justicia social, sin tanta corrupción?

Definitivamente sí. Yo pienso que el principio es elemental. El principio de la paz se vive en las familias. En una familia con hambre no puede haber paz. No se puede sembrar paz. Mientras exista el negocio del narcotráfico también es muy difícil que se logre una paz.


Hay que erradicar estos problemas. Que los niños no se mueran de hambre y desnutrición en la Guajira, en el Caquetá o en Cundinamarca. Que el narcotráfico de una u otra forma sea superado, derrotado.


Creo que se puede y creo que el país podrá seguir soñando con tener paz, porque tenemos derecho a eso.



Muchas gracias.

¡Con mucho gusto! ¡Con mucho gusto!



"Hay periodistas que se ven marcados por esa falta de independencia y por esa, digamos, tendencia a no ser ecuánimes."

Gustavo Castro Caycedo. Foto: CPB.






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Germán Posada es natural de la ciudad de Medellín (Antioquia). Estudió Locución para Radio y Televisión en el Instituto Metropolitano de Educación (I.M.E). 
  
En Medellín colaboró en el programa Buenos Días Antioquia transmitido por la Cadena Colmundo Radio y participó en la animación y programación del programa Mirador Comunitario a través del Sistema Radial K (Armony Records). Ambos bajo la conducción y dirección del Periodista antioqueño Carlos Ariel Espejo Marín (q.e.p.d). 

 

Desde el 2001 reside en la ciudad de Montreal en donde ha participado en la realización y animación de los programas radiales Escuchando América Latina  (CKUT 90.3 FM), Onda Latina (CFMB 1280 am) y La Cantina (CFMB 1280). 
  

 

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