Como en todas las profesiones hay quienes se destacan más que otros y tal es el caso en el arte de la oratoria y de la comunicación motivacional, área en la cual conocí unos buenos años atrás al distinguido autor y conferencista, Joachim de Posada.
Por aquella época se encontraba en apogeo su exitoso libro: ‘No te comas el marshmallow… todavía’, también en versión inglés. Ambos libros los obtuve como obsequio por parte de su autor luego de entrevistarlo. Posterior a esto, lo invité en unas dos ocasiones más a un programa radial y hace unos cinco años cuando planeaba de nuevo volver a entrevistarlo me enteré de su fallecimiento. El mundo de los conferenciantes motivacionales lloró la partida de Joachim de Posada, reconocido a principios de los años dos mil, como uno de los diez conferencistas hispanos más exitosos en los Estados Unidos.
Recientemente me enteré que su hija, Caroline de Posada ha querido seguir el camino que su padre recorrió y que pese a su corta carrera en este campo ya escribió su primer libro.
Casi que con la misma energía que caracterizaba a su progenitor, Caroline de Posada contestó a mi llamado y por algunos minutos muy amablemente me compartió algunos trozos de su vida al lado de su padre y de sus expectativas frente al reto de seguir su legado para contribuir a hacer un mundo mejor.
Caroline de Posada. Foto Archivo Personal.
Por: Germán Posada
G.P.: ¿Cómo describiría a Joachim de Posada como su papá?
C de P.: Como un radio de alegría. Era una persona que en donde quiera que él estaba irradiaba alegría y energía. Era una persona contagiosa. Cuando yo lo llamaba siempre contestaba con entusiasmo y alegría. Me hablaba de sus aprendizajes, de libros que leía, siempre hablaba de filosofía, de educación, del desarrollo personal. No se enfocaba en el chisme, cosas negativas o los problemas del mundo aunque si los estudiaba pero de manera de aprendizaje y no como de víctima.
G.P.: ¿Recuerda cómo era su forma de prepararse para sus conferencias?
C de P.: Una de las cosas más interesantes de mi papá es que para él todo era trabajo. Vivir era su trabajo. Leer el periódico, un libro, responder los mensajes a sus seguidores, era trabajo. No tenía distinción entre su trabajo y su vida. El se leía hasta cuatro periódicos al día. Leía varios libros al mismo tiempo y siempre estaba estudiando. Recuerdo que un día ambos estábamos en un vuelo y le hice un cuento y cuando lo terminé me dijo que le había encantado y que quería usarlo para una de sus charlas y así lo hizo. Después me dijo que había sido todo un éxito.
Se trataba de la diferencia de ser egoísta de manera que puedes ponerte a ti primero para poder ayudar a los demás y como algunas veces uno puede pensar que se es menos egoísta para ayudando a los demás pero no ayudas tanto porque no te estás cuidando a ti mismo como prioridad.
G.P.: A su papá se le notaba muy sonriente. ¿Qué situación por ejemplo podía hacer que lo hiciera disgustar?
C de P.: La injusticia. Esto no lo toleraba. No compartía el uso del poder para sacrificar otras personas. El vivía para la humanidad y le molestaba cuando las personas hacían mal uso del poder incluso con la religión. Todo esto lo rechazaba.
G.P.: Su padre le hizo tres promesas y las cumplió. Enviarle postales desde donde estuviera, llamarla todos los días y llevarla una vez por año a sus conferencias. ¿Cuál de las tres le ha dejado mayor recordación?
C de P.: Las llamadas. El me llamó todos los días de mi vida hasta básicamente cuando murió. Yo digo que la muerte de él no fue tan dura como el hecho de darme cuenta que ya el no iba a llamarme todos los días. Durante sus últimas dos semanas mi papá ya no tuvo la fuerza de antes pero siempre permanecí a su lado. Organizaba mis cosas y me iba a visitarlo todos los días.
Todo esto para mí fue de gran sufrimiento porque entendí que esas llamadas de antes cargadas de tanta energía ya no las iba a volver a escuchar.
G.P.: ¿De los libros que escribió su papá cuál de ellos es su preferido?
C de P.: Mi favorito es ‘Como sobrevivir entre Pirañas’. En este libro el desarrolla muchos de los cuentos famosos con personajes de sus charlas, entre ellos, Mahatma Gandhi y Fidel Castro. Es muy especial también para mí porque lo escribió en una época en la que estaba logrando mucho éxito pero todavía no tenía la fama que llegó a tener. Este libro lo escribimos juntos. Yo le ayudé a editarlo en inglés antes de su primera publicación.
En mi opinión ese libro tiene tantas enseñanzas importantes que yo creo que todo el mundo debería leerlo.
No te Comas el Marshmallow.. todavía! tuvo gran éxito porque fue una idea muy simple narrada de una manera muy sencilla y que todos necesitamos en nuestras vidas.
G.P.: ‘Ella es la hija mejor del mundo, y me siento muy orgulloso de ser su padre’. Esta es la dedicación que su papá le hizo en el libro ‘No te comas el marshmallow… todavía! ¿Qué dice de sus palabras?
C de P.: El se pasó toda su vida diciéndome eso. Antes de su muerte me repitió que el logro más grande en su vida no habían sido sus libros, sus conferencias, su éxito, sino haber sido mi papá. La relación que nosotros teníamos fue muy linda. Bien especial. Y yo le doy gracias a Dios por haberlo tenido.
G.P.: ¿Con esa capacidad de irradiar positivismo a las demás personas cómo fue su comportamiento, su aptitud frente a él mismo con sus quebrantos de salud?
C de P.: El nunca compartió su enfermedad con nadie excepto conmigo. Siempre fue un luchador y no aceptó que era una persona enferma. De hecho vivió con su enfermedad por diecisiete años que casi nadie supo de esto y durante este tiempo el batalló con su cáncer pero siempre se mantuvo positivo impartiendo todos sus consejos y enseñanzas.
Un recuerdo que jamás olvidaré es cuando él estaba en su cama en el hospital por su tratamiento del cáncer y le acababan de poner un ‘peacer’ en el corazón ya que lo tenía muy débil. Antes de que se lo instalaran los médicos le advirtieron que no podía moverse muy rápido porque se le podía parar el corazón. Yo estaba muy cerca y escuchaba la manera como en ese instante el reflexionaba en la manera de decir que podía controlar. El siempre pregonaba que era muy importante preocuparse por lo que estaba dentro de nuestro control y no lo que estaba fuera de él. Y repetía que podía controlar lo que en ese momento visualizaba. Decía que estaba en las playas de Puerto Rico y las describía con sus arenas, el mar, sintiendo el aire, la paz. De esta manera podía controlar sus movimientos. Luego de esto murió unas tres semanas después.
G.P.: ¿Cuál considera es el legado que le dejó su padre?
C de P.: Siempre hacer bien en el mundo. Dedicar tu vida a hacer el bien. Ser ejemplo de lo que tú predicas.
“Mi papá ha sido el más grande, el mentor más especial que he tenido.”
Joachim de Posada y Caroline de Posada.
G.P.: Usted recibió un importante premio como un homenaje a su padre dos años después de su muerte. ¿Cómo describe ese momento?
C de P.: Mi padre fue honrado con el premio ‘Veterans Speakers Legends of World’. Después de que el murió han pasado cosas muy especiales que me fascinan porque han tenido mucho sentido y significado. Una de ellas por ejemplo es el hecho que cuando a mi me llamaron para decirme que iban a hacerle un homenaje a mi papá y que me necesitaban ahí presente.
Al preguntar la fecha me dijeron que era un agosto 23, precisamente la fecha de cumpleaños de mi papá y ellos no lo sabían. Eso fue para mí como celebrar su cumpleaños aunque él no estuviera vivo.
Eso representó más para mí que el mismo homenaje que aunque fue algo muy bonito, era poder celebrarle a mi papá su fecha de aniversario con las personas que lo querían y admiraban.
G.P.: ¿Su papá le inculcó el hecho de ser motivadora o dejaba que escogiera lo que a usted le gustara?
C de P.: El siempre me dejó escoger. Yo quise estudiar leyes y fui abogada por muchos años. Mi papá me inculcó siempre que yo tenía la capacidad de motivar desde muy pequeña. Que tenía inteligencia emocional muy grande y sabiduría para conectarme con las personas. El vio en mí ese potencial pero nunca me forzó que participara con él. Nunca me insistió y me apoyó con mi decisión de querer ser abogada y casarme.
Cuando conversábamos de su profesión me repetía que yo tenía mucho potencial. Durante mis etapas de infancia y juventud él se mantenía viajando y uno de mis deseos era ser una mujer de familia y si yo quería seguir sus pasos tenía que tener un estilo de vida como la de él y eso no me agradaba y así se lo manifestaba. El me respondía que yo podía hacerlo pero con un estilo diferente al de él.
Así me plantaba esa semilla pero nunca sin forzarme. Efectivamente ahora yo me he dado cuenta que él tenía toda la razón y he podido tener esta profesión y seguir los pasos de él pero a mi manera.
G.P.: ¿Cómo se dio cuenta de qué usted también quería ser conferencista y motivadora?
C de P.: Antes de que el muriera, un día estaba hablando con mi esposo de cómo yo pude tener una relación tan especial con mi papá sabiendo que no estaba físicamente presente en mi vida todo el tiempo ya que él estaba continuamente viajando y además estaba separado de mi mamá. Mi esposo tuvo la idea de que yo podía enseñarle a los padres divorciados que ellos podían tener esa relación con sus hijos.
Yo hablé al respecto con mi papá y empezamos a trabajar y a desarrollar el tema pero no pudimos terminarlo porque él murió. Cuando el murió sentí algo de arrepentimiento de no haber pasado un tiempo dando charlas con mi papá a mi lado. Ese era un sueño que él tenía. Era uno de sus grandes proyectos, poder dar charlas con su hija. Lamentando esto, tuve la idea de poder hacerlo con el ausente y comencé a dar charlas utilizando los videos de mi papá como si lo estuviéramos haciendo juntos.
Para mí fue la manera de enseñarle al mundo que él estaba presente así no fuera físicamente. Esto me llenaba tanto el alma que me dije que mi legado era continuar los pasos de él, a mi manera, a mi estilo, siendo mamá, en circunstancias muy diferentes, incluso contestar tu llamado a esta invitación forma parte de ese legado.
G.P.: ¿Hace cuanto se dedica a su profesión?
C de P.: Yo me inicié en esta carrera hace alrededor de cinco años desde que murió mi papá. Digamos que no han sido continuos porque tuve que dedicar un espacio de tiempo en intervalos para dejar en orden mis responsabilidades que tenía como abogada. Diría que de lleno he venido dedicándome a mi carrera con regularidad hace dos años.
G.P.: ¿Maneja un tema en particular en sus conferencias?
C de P.: Manejo varios temas. Una de las fórmulas que manejo se llama C.O.R.E que representa la comunicación, la organización, la resiliencia y la inteligencia emocional. Esas son cuatro herramientas que utilizamos en nuestro desarrollo personal y profesional.
Los talleres míos se aplican tanto a papás como a mamás. Pero si he notado que en algunas redes sociales las mamás están buscando el material que yo enseño y se han interesado específicamente en el desarrollo de como ser una mamá exitosa y el otro es la mamá que es empleada, empresaria o profesional.
Tengo un tema que es bien particular que se dirige a la mamá como persona. No necesariamente como madre o profesional. El es el tema de una mamá que está viviendo una vida con hijos y al mismo tiempo desarrollando su carrera. De esto nadie está hablando, creo que yo soy la única en este momento que estoy motivando a las mamás para aprender lecciones como persona. A manera individual.
Trabajo mucho en el tema de estar presente sin estarlo físicamente. Para mamás y papás que tenían situaciones en donde no estaban con sus hijos físicamente por sus viajes, divorciados o a través de la distancia. Ahora con el desarrollo que ha tomado la era virtual es un tema de mucho interés en las personas.
G.P.: ¿De qué se trata su libro ‘Looking Over the Edge’?
C de P.: Es una historia preciosa de una experiencia que tuve con mi esposo y mis hijos. En un último día del año íbamos conduciendo en nuestro carro en Norte de Carolina por una montaña y de repente perdimos el control del carro y por poco pudimos caer a un precipicio.
Tuvimos que tomar varias decisiones como abandonar el carro y caminar unas tres millas en medio de la noche y de la nieve con tres menores de edad. Fue una experiencia bien difícil que nos impactó y nos aterrorizó. Ya tranquilos en la cabaña hacia donde nos dirigíamos, me di cuenta que todas las experiencia de nuestro viaje era importante escribirlas en un libro y esto es lo que comparto en ‘Looking Over the Edge’.
No es un libro de desarrollo personal. Es más bien un libro que da enseñanzas a través de nuestra historia de vida. Ha tenido bastante éxito porque las personas lo leen y se identifican con mi familia. Viven y sienten ese miedo que nosotros experimentamos y sacan sus propias lecciones y conclusiones.
G.P.: ¿Cuáles son sus palabras de aliento en estos momentos de tanta angustia y encierro a causa del COVID-19?
C de P.: Para mí lo más importante que el ser humano tiene que entender es que nosotros hemos nacido con la capacidad de sobrevivir a cualquier cosa que se nos presente. Tenemos una fortaleza interna que muchas veces nos olvidamos que la tenemos porque no nos vemos en la necesidad de utilizarla frecuentemente pero cuando la necesitamos sale de nosotros naturalmente. Tenemos que tener fe en nuestra manera de adaptarnos y en nuestra resistencia que nos puede ayudar en cualquier momento de nuestras vidas.
Todo lo que nos pasa en la vida nos está entrenando para algo más allá y más grande. Todo es entrenamiento. Todo son oportunidades para enseñarnos lecciones que necesitamos aprender, para hacernos más fuertes, más sabios, más flexibles.
Cuando todo esto pase y miremos hacia atrás, vamos a encontrar todas las lecciones y todas las herramientas que nosotros desarrollamos por haber pasado esto tan fuerte y tan duro.
G.P.: ¿A quién nombraría cómo sus mentores o guías?
C de P.: Obviamente mi papá ha sido el más grande, el mentor más especial que he tenido.
Otras personas que admiro en esta profesión son: Stephen Covey, Warren Greshes, Mel Robins y Ryan Holiday, entre otros.
G.P.: Muy amable.
C de P.R.: Gracias a usted por contactarme y mantener el espíritu de mi papá vivo.
Portada del libro: 'Looking Over The Edge'. Foto Archivo Personal.
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